Redacción: Sergio Hervás
El Real Madrid volvió a sumar de tres ante el colista con una contundente goleada 4-0.
Era miércoles, aparentemente de Champions, pero todos los madridistas miraban hacia el Santiago Bernabéu. El Real Madrid se enfrentaba ante un Elche que, a pesar de ser el colista, visitaba la capital española con la esperanza de poder sacar algo positivo del feudo blanco.
Las alineaciones
Comenzando por el conjunto local, Ancelotti optó por dar minutos a los menos habituales o, mejor dicho, a los que más se lo merecían. Así pues, Lenin partió bajo palos; línea de cuatro para Carvajal en el lateral derecho, Militao y Nacho en el eje de la zaga y Alaba en el lateral izquierdo; en la sala de máquinas, Camavinga regresó a su posición natural y formó como pivote, escoltando a Valverde y Ceballos que fueron los interiores; finalmente, el tridente ofensivo lo formaron Asensio, Benzema y Rodrygo.
En el lado opuesto, el conjunto visitante partió con Edgar Badía bajo palos; línea de cuatro para Diego González en el lateral derecho, Magallán y Roco en el eje de la zaga, y Clerc en el lateral izquierdo; una segunda línea de cuatro en la medular, formada por Fidel, Raúl Guti, José Ángel y Gumbau; y, por último, la dupla ofensiva la constituyeron Ponce y Nteka.
Gran primera parte del conjunto blanco
Los primeros minutos de juego destacaron por la imprecisión de ambos equipos. Ambos cometieron errores no forzados y concedieron en varias ocasiones la posesión de balón al oponente.
No obstante, en cuanto el Real Madrid entró el partido, lo sentenció en apenas unos instantes. De hecho, uno de los futbolistas menos utilizados por Carlo Ancelotti, como es el caso de Marco Asensio, que venía de fallar un penalti en Mallorca y anotar un auténtico golazo ante el Valencia, pasó como Pedro por su casa delante de la zaga ilicitana y, sin que pudieran pararle, dio un pase a la red para subir el primero al luminoso.
Poco después, una mano clarísima de Roco, el central del Elche, tras un cabezazo de Karim Benzema, supondría el segundo tanto de los locales. El capitán blanco no dudó en asumir la responsabilidad y poner el balón en la misma escuadra para anotar el primero en su cuenta particular.
El 2-0 en el luminoso hacía justicia, pero, a decir verdad, el conjunto madridista pudo haber ampliado bastante más su ventaja en el marcador. Las interminables combinaciones entre Ceballos y Rodrygo, que volvieron a demostrar que se entienden a la perfección, y el desborde del brasileño por banda izquierda, emulando a su compañero y amigo Vini Jr, concedieron a Benzema un par de ocasiones para haber goleado en la primera mitad.
Sin embargo, cuando el partido parecía evocado al 2-0 en la primera parte, una jugada maradoniana de Rodrygo, de las que ya tiene acostumbrados a los madridistas, supuso el segundo penalti del partido y, por consiguiente, el tercer gol del Real Madrid. El vigente balón de oro volvió a coger el balón para batir a Badía y subir el segundo en su casillero. Ahora sí, de este modo enfilaron sendos conjuntos el túnel de vestuarios.
Una segunda parte de puro trámite
Las dos combinados volvieron a saltar al nuevo césped del Santiago Bernabéu con la sensación de que aquel partido ya estaba más que finiquitado. El Elche comenzó a pensar más en su próximo rival para intentar volver a sumar de tres, en lo que sería su segunda victoria en lo que llevamos de competición y, de esta manera, aferrarse con uñas y dientes a LaLiga. Y, por su parte, el conjunto merengue comenzó a mirar al futuro, por la cabeza de Carletto debieron pasar Osasuna, el Atlético de Madrid y, sobre todo, el Liverpool y los clásicos. Por este motivo, el técnico italiano no tardó en mover el banquillo, dar descanso a los futbolistas con una mayor carga física o que acababan de volver de lesión; y dar minutos u oportunidades a canteranos como Arribas y a futbolistas residuales como Odriozola y Mariano.
En cuanto a lo futbolístico, la segunda parte nos dejó poco de comentar. Tan solo la magia del mejor centrocampista de la historia de este deporte que, nada más saltar al verde de su Santiago Bernabéu, volvió a sacar el sombrero y la chistera para pegar un latigazo y, como si de un truco de magia se tratase, colocar el balón en la escuadra de la meta ilicitana. De este modo, Luka Modric anotó el cuarto y definitivo tanto que otorgaría la victoria al Real Madrid.