Redacción: Luis Alberto Reyes-La Tribuna Madridista
Y al fin llegó la Novena. 20 años después y tras dos finales perdidas de manera consecutiva, el baloncesto y el deporte han hecho justicia y han dado al Real Madrid el triunfo más especial en los últimos años de la sección. Era el año: En casa, ante una afición entregada y con unos jugadores con un corazón y un carácter formidable. Enfrente, la bestia negra de la final de hace dos años liderados por el fenomenal Spanoulis, pero una gran defensa orquestada por Laso y su cuerpo técnico anuló al griego.
Arrancó bien el partido para el Madrid con un parcial de 6-1 y muy buenas defensas. Pero nadie dijo que esto iba a ser fácil y de la mano de su defensa y de Lojeski dieron la vuelta al marcador y al final del primer acto los griegos mandaban por 15-19.
Como ocurriese en las semifinales, el segundo cuarto fue en el que asentaron las bases para demostrar el camino hacía la conquista europea. Con Felipe, Ayón y el Chacho sin aparecer y Rudy sin aportar muchos puntos, llegó el momento de la segunda unidad del equipo y esta no falló. De la mano de Maciulis, la defensa de Slaughter y el increíble corazón de Nocioni, los blancos, con una sensacional defensa se marcharon dominando de 7 al paso por los vestuarios.
Un inicio fulgurante en el tercer cuarto daba la máxima del partido para los de Laso (40-29), pero Sloukas y Printezis no estaban por la labor de colaborar en la fiesta y con un parcial de 0-12 daba ventaja a los griegos ante la sorpresa del Palacio. Y ahí es donde entró Carroll, quien con 11 puntos seguidos dinamitó el partido y devolvía al Madrid la diferencia con la que se habían ido al descanso. Seguramente esta es la muestra de la gran madurez y el carácter competitivo de este equipo, ya que en ningún momento entraron las dudas ni tembló el pulso.
Los primeros minutos del último cuarto fueron igualados, ya que los griegos no se daban por vencidos y con un triple de Sloukas reducían la diferencia a 5 (60-55 min35). Pero ahí estaba el Chapu Nocioni, el MVP de la Final Four, que no estaba por la labor de perder y a base de triples, tapones y rebotes terminó de sentenciar la final. Llull terminó de poner en éxtasis al Palacio. El Olympiacos dio su brazo a torcer y al final la diferencia fue más amplía de lo que se reflejó sobre la cancha
Hace un año me tocaba escribir la crónica de la derrota ante el Maccabi y lo hacía con una profunda tristeza, reconociendo la superioridad de nuestro rival, pero ya anunciado que el Madrid volverá y ganará. Esta noche, tocó la cara, la alegría, la felicidad, la emoción, pues cuando uno es madridista y tiene la oportunidad como periodista de poder escribir para nuestra gente, no hay nada mejor que hacerlo en noches como esta.
Simplemente puedo daros las gracias a todos los que seguís el baloncesto, a Laso, a los jugadores y a los dirigentes de la sección. HALA MADRID
REAL MADRID 78 (15+20+18+25): Llull (12), Rudy (7), Carroll (16), Reyes (2) y Ayón (2) –cinco inicial–; S. Rodríguez (11), Nocioni (12), Maciulis (9), Rivers (5), Slaughter (2), Bourousis (-) y Campazzo (-).
OLYMPIACOS 59 (19+9+18+13): Dunston (4), Spanoulis (3), Printezis (11), Mantzaris (1) y Darden (-) –cinco inicial–; Petway (2), Hunter (10), Papapetrou (-), Sloukas (10), Agravanis (-), Lafayette (1), y Lojeski (17).