Redacción: Irene Sastre
Y, obviamente, canaria. Ya se vivía desde el primer día de cuartos ese ambiente de la isla, con los plátanos y las ambrosías pasando de mano en mano en la Fan Zone, en medio de la Playa de las Canteras. Un emplazamiento que parecía el mejor, hasta que el tiempo obligó a retirar todas las instalaciones cuando todavía quedaban dos días de competición. El único punto amargo de un fin de semana copero que ha sido, como siempre, un festival de baloncesto.
Se cumplieron todos los pronósticos en cuanto a choques. Cuartos y semifinales demostraban que tanto el Real Madrid como el FC Barcelona se batirían en un nuevo Clásico. Final que terminó con una victoria blanca gracias a un enorme Rudy Fernández, nombrado MVP, y a una bandeja en los últimos segundos del Chacho Rodríguez. Así se llevaba el equipo de Laso una Copa del Rey muy disputada hasta el último minuto del enfrentamiento.
Uno de los factores que hace tan singular y bonito este torneo es la coincidencia de tantas aficiones provenientes de toda la geografía española. Unas más numerosas que otras, pero todas con representación. El Gran Canaria Arena, con su impresionante marcador, más propio del otro lado del charco, se llenó de diferentes acentos y de diferentes disfraces gracias al Carnaval. Curas, extraterrestres, romanos, roscas (o palomitas en la Península) disfrutaban tocando los bongos o dándose besos en la mítica Kiss Cam. Hasta se pudo ver más de una pedida de mano durante los tiempos muertos de los partidos.
Hay que dedicar un párrafo aparte a la afición del Baskonia. Su equipo no consiguió la clasificación, pero aun así era una de las aficiones más numerosas. Parecía que eran nueve clubes compitiendo, que en cualquier momento los vitorianos iban a saltar a la cancha. Con su incansable banda animaron todavía más el ambiente de la Copa.
Una Copa que tuvo de todo. Increíble baloncesto, muy buena animación y un final soñado para toda la afición madridista. El año que viene más, chacho.