OPINION/ANA TARAMON
A veces la venganza de dos derrotas seguidas contra el eterno rival, y una victoria donde estaba todo perdido, puede dar una visión distinta de lo que realmente se ha visto y no se quiere ver. Porque es mejor seguir con la autoestima alta, que no ver que el Milán no estuvo ni siquiera a un peldaño de altura de lo que fue la ida en San Siro, donde con un resultado de 2-0 tenía prácticamente la eliminatoria sentenciada para haber sido el claro vencedor a cuartos. Pero el fútbol es caprichoso, y a veces el destino de lo que se escribe en la prensa durante una semana, y las declaraciones de los jugadores del Barcelona de que la remontada era posible, puede ser que retumbara demasiado en los oídos del equipo italiano, y pensarán que el sueño blaugrana tenía que hacerse realidad, y así como la lámpara de Aladino que concede tres deseos, dejó que el Barça metiera tres goles frente a una defensa inexistente y un portero estático que apenas se movió del sitio cuando la pelota entraba en la red. El cuarto gol en tiempo de descuento fue como el regalo sorpresa que esconde un genio que lleva tantos años encerrados en una lámpara deseoso de hacer feliz a su amo.
Pero no nos engañemos, el Real Madrid no es el Milán, no hace el antifútbol que hizo el Milán en Italia para ganar al FC Barcelona, ni se quiebra en la vuelta cuando sabe que el marcador esta a su favor, y que con un solo gol , uno solo le hubira dado el último paso para meterse en la eliminatoria, y dejar caos al que dicen el mejor Barça de la historia. El Real Madrid es historia brava de fútbol en mayúsculas, con mayor o menor fortuna en algunos encuentros y competiciones, pero es la historia del fútbol lo que le conmueve, y no la revancha particular de un club. No nos importa el rival porque nosotros no queremos venganza, nosotros queremos la Décima, porque dos años seguidos a las puertas de una final nos hace luchar para volver a intentarlo con más fuerza si cabe que en los años anteriores, no nos importa si la camiseta del contrario que se sortea mañana , es amarilla, roja, azul , negra y blanca , blanquiazul, blaugrana o rojo y amarillo, nosotros iremos a jugar a fútbol, a que la afición madridista se sienta orgullosa de un club que lleva tan distinguido nombre “REAL MADRID”, y así, como reales somos seremos reales rivales sea quien sea el que este en el campo contario. Que ruede el bombo mañana a las 12 en Suiza, y las parejas de baile encuentren su pareja, que ideal o no, será la que el destino ponga en el camino. El juego comenzará en el campo el próximo mes de abril, 180 minutos serán de infarto para cualquier corazón inquieto por el color de su equipo, se llenarán las gradas, los bares, los hogares y las calles. El fútbol en su más alta bravura se medirá en una ida y una vuelta, no haré pronósticos, porque no soy adivina de marcadores a cero, pero si confío en un Real Madrid, que con penas y alegrías ha escrito 110 años de historia.
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