Redacción: realmadrid.com.
Sergio llegó a Madrid el 10 de mayo de 2007. Era jueves y se fue directamente a entrenarse. «Joan Plaza me dio la bienvenida y me dijo que jugara como sabía y que adelante. Lo segundo que me dijo fue que me cortara el pelo, porque llegaba con unas greñas considerables. Al día siguiente estaba en el peluquero”, se ríe ahora. Comenzó en ese momento una carrera meteórica.
El menorquín, que aterrizó en pleno playoff, conquistó días después su primera Liga de blanco. En su fichaje resultó decisivo Alberto Herreros, con el que se le comparó tras el tiro in extremis que dio la Copa al Madrid: “Alberto ha sido un grandísimo jugador. Desde pequeño me ha gustado mucho, cuando veía al Madrid por la tele siempre me gustaba su juego y, si lo pienso, es el que me trajo. Fue todo muy rápido. De estar de tercer base en la LEB a debutar con el Real Madrid”.
Sus entrenadores
Hoy Llull es uno de los veteranos del vestuario blanco, que ha crecido a las órdenes de diferentes entrenadores: «Ponsarnau me enseñó fundamentos. Quintana me enseñó a no dar nada por perdido, luchar hasta el final. Con Plaza aprendí a leer el juego con más pausa y más calma. Con Messina aprendí de todo, porque es un gran entrenador y me dio mucha confianza. Con Pablo, que ha sido jugador y además en mi posición, aprendo día a día”.
Gracias a ellos, el menorquín se ha convertido en esa estrella que hoy todos conocen. Un tipo que ha sabido aprovechar cada oportunidad que le han dado. Y que ya en las gloriosas tardes del Palacio de Vistalegre, cuando solo tenía 20 años, conseguía poner a la gente en pie. ¿Ha tenido suerte? “Quizá ha estado en los momentos y lugares adecuados pero siempre ha respondido”, dice Óscar Quintana.
El que nunca se achica
Su hermano Iván ratifica: “Aparte de su talento físico, Sergio tiene mucho trabajo y mucho esfuerzo detrás. Nunca le han regalado nada, ha trabajado mucho para estar donde está. Para él, cuanto mayor sea el reto, mejor. Nunca lo he visto achicarse”.
Nadie habla de Llull como persona de medias tintas. En Manresa, Quintana asegura que ya lo conocían como “Juan sin miedo” y ni el tiempo ni la experiencia han aplacado ese empuje que hace que empatice tanto con la afición.
A pesar de ello, le sigue impresionando escuchar su nombre casi como grito de guerra. “No te acabas de acostumbrar nunca, se te pone un poco la piel de gallina al oír el ‘Llull, Llull, Llull’. Creo que mi conexión con ellos es porque lo que les gusta es el jugador que nunca da un partido por perdido y eso va con mi carácter. Juegue a lo que juegue, yo siempre quiero ganar. Creo que por eso se involucran tanto y gritan mi nombre”.
Héroe o villano
“No puedo tener miedo en una cancha. Lo del último tiro va un poco con el carácter, es una gran responsabilidad. Si la metes, como en la última Copa, eres el héroe, y todo el mundo está contento. Si la fallas eres el villano. Para meter esos tiros y experimentar esa felicidad también tienes que fallar muchas veces antes. A mí me gusta coger esa responsabilidad e intentar que todo acabe de la mejor manera posible”.
“Queda poco más de un mes de competición y vamos a intentar conseguir más títulos. Ya llevamos la Supercopa y la Copa del Rey. Ahora se decide lo importante. Estamos en la Final Four y vamos a intentar ganarla y también intentaremos llegar a la final de la Liga y ganar. Somos el Real Madrid, uno de los grandes de Europa y esos son objetivos y responsabilidades”.
7 años, 7 momentos…
En los 7 años que lleva en el Madrid tiene 7 momentos elegidos, aunque espera que en unos días tenga que hacer hueco a otros. De momento, recuerda con especial cariño estos:
“-El día del debut en Badalona en el último partido de Liga, nada más aterrizar casi.
–El tiro de la Copa del Rey, por supuesto. Ese tiro en el último segundo es el mejor momento de mi carrera.
-Me quedo también con un partido contra el Barcelona de Euroliga que jugamos en Vistalegre y se me dio bastante bien y pudimos ganar, era un partido importante.
-Del partido contra Toronto en el Palacio también guardo un recuerdo especial.
-El partido del Palau Sant Jordi de la primera Copa del Rey, en la que tuve la suerte de ser el MVP. Me salió un buen partido y posibilitó que ganáramos esa Copa después de muchos años.
–El partido en Tel Aviv contra el Maccabi el que pusimos el 3-0 y conseguimos el pase a la Final Four. Fue contra un rival complicado y creo que fue muy importante.
-Y el último sería la Liga que ganamos ante nuestra afición. Ese sería otro gran momento: poder celebrar un título con tu afición y ver a la gente feliz es grande. Estoy en la mejor institución del mundo, uno de los mejores equipos de Europa y aquí es donde quiero estar».