Redacción: Jorge Gómez-Manzanilla-Abel Alaminos-Pedro Cánovas/LaNocheDelDeporteEspañolTV-deporteolimpico.net-blogolimpico.com/ Imágenes:
Un Diploma Olímpico en unos Juegos o una medalla de Bronce o Plata son grandes resultados pero lógicamente mejorables y precisamente en la búsqueda de esa mejoría, los grandes deportistas viven durante el siguiente ciclo olímpico.
Precisamente ese era el caso de la alicantina Isabel Fernández, Bronce en Atlanta 1996, de la mano de su entrenadora y primera medalla para el deporte olímpico español en unos Juegos de Verano, hablamos de Miriam Blasco que logró la medalla de Oro en 55 kilos, heredera directa de Sergio Cardell, el entrenador de Miriam que fundó el club de Judo en Alicante y que murió en un trágico accidente de moto, sólo una semana antes de los Juegos.
Dicha medalla de Oro de Miriam Blasco y dicho gimnasio fueron regentados por su pupila preferida y campeona olímpica y de dicho gimnasio salieron Isabel Fernández y Yolanda Soler, ambas medallas de Bronce en Atlanta 1996.
En el caso de Isabel, desde aquel Bronce, la alicantina se despertaba cada día con un sueño en la cabeza, ser campeona olímpica, ganar la medalla de Oro, sólo valía el Oro, frases que retumbaban en la cabeza de la española que en 1997 fue campeona del Mundo, dos años más tarde, subcampeona del mundo en 1999 y campeona de Europa desde el ciclo olímpico 1996 a 2000 justo hasta el último europeo previo a los Juegos donde pinchó y caía sorprendentemente en primera ronda ante la belga Lomba, un claro aviso para no descuidarse y creerse campeona olímpica sin pisar el tatami.
Ya en Sídney 2000, Isabel debutó ante la mongola Erdonet-od y aunque no había estudiado mucho a su rival, la superó con claridad al igual que en segunda ronda hizo con la estadounidense Ellen Wilson.
En tercera ronda llegaría la japonesa Kuzakabe, un combate igualado entre dos luchadoras que se conocían a la perfección y donde la sola decisión arbitral, a favor de Isabel, decidió la resolución final.
El siguiente combate, el último por la medalla, fue ante la anfitriona Pekli y al igual que en el anterior, la resolución arbitral dio el triunfo a Isabel algo que no deja de sorprender dado el excesivo carácter influenciable de los jueces en este tipo de competiciones. Sea como fuere, lo cierto es que Isabel estaba en la final olímpica, superaba el Bronce de Atlanta 1996 y estaba a un solo combate de lograr el sueño que persiguió durante todo el ciclo olímpico.
Su rival fue la cubana Driulis González e Isabel controló el mismo a la perfección, desquiciándose la centroamericana que sufrió varias sanciones que la impidieron batir a Isabel Fernández, ahora sí, campeona olímpica. Llorando de emoción como ocurrió con Miriam Blasco en Barcelona 1992, la heredera de Blasco ya tenía su sueño cumplido, ser campeona olímpica.
Desgraciadamente, ni Isabel que fue abanderada del equipo español en Atenas 2004 ni ningún judoca más, lograrían más medallas olímpicas para dicho deporte desde entonces. Eso sí, Isabel si lograría ser Plata y Bronce en otros mundiales y en el caso de los campeonatos de Europa, cuatro Oros más colgarían de su cuello al igual que una Plata y tres Bronces.