Previa-Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
Xabi Alonso se volverá a cruzar este viernes, a 7.000 kilómetros de distancia y cuatro años después, con Nigel de Jong, el nuevo pitbull holandés que clavó sus tacos en el pecho del tolosarra en una acción propia de un ring de Bangkok. Aquella acción congeló el aliento de España y dejó sin respiración a Xabi. El que ni se inmutó fue Howard Webb, que tan solo mostró amarilla al karateka.
Alonso, que además de la patada salió de aquel combate con una estrella estampada en el pecho, ya se lo toma con humor, como muestra su posado para Adidas que aquí se reproduce. Pero recién acabado el partido, el vasco, duro como un roble, reconoció: «No lo he visto en televisión, pero es la entrada que más daño me ha hecho en la vida. Todavía me duele el pecho».
A posteriori, añadió: «Me impresionó verla luego por televisión, tantas veces repetidas y con tomas superlentas. Me di cuenta de que era mucho más violenta de lo que me pareció en el campo. Pensaba que me había partido algo por el dolor que tenía. Me costó recuperarme unos días. No me dejó marcas porque fue muy frontal, muy directo».
La imagen dio la vuelta al mundo. Tanto que Coca Cola recreó la agresión en un anuncio con motivo de la Eurocopa de Polonia y Ucrania. Sin embargo, la UEFA solicitó a la compañía que la retirara para proteger el juego limpio. Acabó censurada.
El agresor nunca mostró arrepentimiento. Un tribunal nunca le amnistiaría, oyendo sus palabras de ayer: «Prefiero callar y dejar que mi fútbol hable en el campo. Es lo mejor que puedo hacer. Fue una de las dos cosas que me enseñaron en mi casa. La segunda cosa fue luchar siempre más fuerte que tu rival».
También sorprendió al reconocer la superioridad de La Roja: «No podemos esconder que España es mejor. No es grave aceptarlo y por eso tenemos que ver de qué forma superarles. No es momento para jugar según la tradicional escuela holandesa».
Específicamente sobre el partido, dijo: «Me satisface jugar de nuevo contra España. Cuando voy con Holanda, siempre soy positivo, con confianza en mí mismo. Puedo ser buen o mal futbolista, pero nunca voy a dejar de luchar».
Reincidente
De Jong volvió a repetir la agresión. Sucedió esta temporada contra el Atlético de Madrid en San Siro, ida de octavos de Champions. El holandés golpeó de nuevo con los tacos y a media altura a Diego Godín, pero esta vez en la espalda. El colegiado no le amonestó.
El tercer protagonista de la acción de Sudáfrica fue el colegiado. En cuanto De Jong impactó contra Alonso, se vio rodeado de españoles reclamando la expulsión. Busquets, Xavi, Capdevila y Puyol no daban crédito cuando Webb sacó de su bolsillo izquierdo la cartulina amarilla.
Un mes después, Webb reconoció su error. La FIFA abandera la defensa del fair play, pero aquella noche el árbitro inglés dejó que se sobrepasara la frontera de lo legal. «Una de las cosas que cambiaría sería el color de la tarjeta a De Jong. Era roja pero la decisión no se basó en que era la final de un Mundial, sino en el ángulo de visión. Solo pude ver que el pie de De Jong estaba alto y por la reacción de Xabi deduje que había contacto, pero no lo vi. Me quería basar en lo que había visto, así que decidí sacarle amarilla».
Holanda fue muy agresiva aquella noche de Johannesburgo. Van Bommel fue un digno acompañante de De Jong en la tarea del juego sucio. Iniesta debe tener todavía cicatrices de sus patadas. La Oranje acabó los 120 minutos con 29 faltas, por las 18 de La Roja. En tarjetas, nueve a cinco. Como curiosidad, la FIFA multó a Holanda y España con 14.500 y 9.650 dólares, respectivamente, por las cartulinas vistas.
El equipo español confía en que los árbitros castiguen el juego duro y la reiteración de faltas, armas usadas recurrentemente por nuestros rivales, como ya sucedió en la final de la Confederaciones contra Brasil. Le tocará al italiano Rizzoli velar por el fair play, unas palabras que De Jong nunca ha entendido.