VICTORIA BALSÁMICA PERO CON LAS MISMAS SENSACIONES

Crónica-Redacción:Noelia Pinto Cervero-Estadio Santigo Bernabéu-LaTribunaMadridista

Al Real Madrid le costó quitarse la dolorosa espina de la derrota del derbi. Lo mejor fue el resultado para conservar el liderato. Gana tiempo para recuperar gran parte de la confianza perdida. Al equipo de Ancelotti le faltó contundencia en el juego defensivo, sobre todo, y en el ofensivo. Estuvo nervioso e inseguro. Lo peor, los reproches de un sector de la grada y un ambiente de regañina continuo.

El Real Madrid entró al partido pidiendo perdón. Jugó los primeros diez minutos encogido, sin confianza, quizás más pendiente del sonido que venía de la grada y en una ambiente de plebiscito peligroso. El club subió el volumen del himno a la salida de los equipos para arropar a los jugadores. Hubo pitos. Sobre todo a Casillas, al que un sector del público ha enfilado y mira con desgana. Hay que ser muy fuerte mentalmente para estar bajo los tres palos del Bernabéu y tener que soportar esos silbidos. Iker hizo de escudo. Él se tragó el descontento de la derrota del derbi.

El Real Madrid pasó cinco minutos angustiosos en esta atmósfera enrarecida y el buen arranque del Deportivo. El equipo de Víctor Fernández se atrevió a apretar arriba, empezó a combinar y piso área. Cuenca, en una internada, dio un peligroso aviso. Su tiro fue desviado con la cara por Casillas. El señalado fue decisivo en la primera acción de peligro. El Depor se sintió a gusto en el inicio del encuentro y el Real Madrid no se encontraba a sí mismo. Transmitía señales negativas. Solo algunas incursiones de Bale por la derecha y el manejo de la pelota de Isco, que acudió hasta los centrales para socorrerlos en el inicio de las jugadas. Isco fue creciendo y asumió la responsabilidad de sacar al equipo de ese aire depresivo que se respiraba en el Bernabéu.

Los diez primeros minutos fueron del Deportivo. Hasta que el Real Madrid, con más corazón que construcción de juego, se fue soltando. En acciones individuales se produjeron dos disparos al larguero. Uno de Cristiano Ronaldo y otro de Bale. Fue el punto de inflexión en la primera parte para que el Real Madrid recuperara vitalidad y moral. Empezaron a aparecer Kroos e Isco, más sueltos con Illarramendi protegiendo sus espaldas. Bale y Marcelo profundizaban por las bandas. Cristiano y Benzema se movían de un lado a otro con más intención que intuición.

En una recuperación de Kroos llegó el primero gol. Fue una jugada larga en la que Benzema puso el balón en la línea de gol, no llegó a rematar Cristiano Ronaldo, apareció Arbeloa para meter la pelota al área e Isco le pegó de rosca. Perfecto el golpeo del malagueño. El jugador más entero física y mentalmente. El Real Madrid ya se empezó a sentir como en casa. Más suelto, dinámico, ordenado y profundo.

La segunda parte empezó con otro susto para el Real Madrid. Borges disparó al palo, en la misma jugada Oriol Riera remató de cabeza y Casillas evitó el empate en otra buena estirada. Otro mal inicio del Real Madrid, que sigue con un problema preocupante de atención y agresividad en defensa. Al Real Madrid le costó progresar con el balón. El equipo era largo, desequlibrado, con mucha distancia entre los delanteros y con dificultades para sacar el balón jugado. El Depor llegaba con facilidad al área blanca. Pocos equipos en el Bernabéu han tenido tan atrás al Real Madrid esta temporada y le han creado tantas dificultades. Ver a Isco quitando un balón de gol fue el mejor premio que se llevó un jugador blanco. El público se arrancó a corear el nombre del malagueño.

La cara de Cristiano y un gesto de disconformidad por el desorden táctico eran la radiografía de un equipo anímicamente bajo. El portugués tuvo poca presencia. Una falta en la frontal del área le puso ante la oportunidad de marcar. Envió la pelota muy alta. La reacción de la grada fue pitar la acción y como réplica hubo algún cántico de ánimo. Ancelotti se decidió a dar entrada a Lucas Silva por Illarramendi, en el 70′, para dar más energía y consistencia al equipo. El cambio coincidió con el segundo tanto. Arbeloa levantó la pelota para Cristiano, el portugués prolongó a Benzema y el francés definió ante la salida de Fabricio. No era un gol para hacer una fiesta, pero sí le vale al Real Madrid para superar una tarde de penitencia. Ancelotti aperovechó para quitar a Isco, el mejor, y metió a Carvajal. También a Benzema por Jesé.

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