Redacción: Luis Miguel Plá.
En el año 1994 Jorge Valdano era el entrenador del Real Madrid. Los blancos no atravesaban una de sus mejores épocas, alejados de las glorias europeas y viviendo de las migajas que dejaba el Barcelona de Cruyff. La famosa Quinta del Buitre estaba viviendo su inevitable ocaso, y el madridismo ansiaba la aparición de otro nuevo icono que devolviera la ilusión y los triunfos a Chamartín.
Valdano se fijó en un desgarbado delantero que goleaba sin compasión a sus rivales en las categorías inferiores. No tenía nombre ni apellidos con pedigrí, y además, había llegado al Madrid procedente del Atlético cuando Jesús Gil decidió prescindir de las categorías inferiores del club colchonero.
La fecha señalada fue el 29 de octubre de 1994 y el escenario La Romareda de Zaragoza. Allí fue donde Valdano decidió poner de titular a ese chaval que cumplía su sueño con tan solo 17 años. Las cosas no salieron demasiado bien, Raúl falló numerosas ocasiones claras y los blancos acabaron derrotados (3-2), pero todos los que pudieron ver el choque coincidían en una cosa: ese Raúl tiene un algo especial.
Desde ese choque ya fue inamovible de las alineaciones blancas y solo necesitó una semana, para ponerse delante del Atlético del Madrid en el Bernabéu y conseguir su primer gol como madridista. Solo hace 21 años de aquello, 21 años de leyenda, de goles y de historia.