Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
Ser torero encierra un misterio. Eso lo demuestra Miguel Ángel Perera, figura grande del toreo, en esta charla emocionante sobre fútbol y toros que disfrutamos en Casa Juan.
—No ha empezado mal el año, es usted ‘Señor de los Cristales’.
—Es un trofeo muy importante con un nombre un poco especial sí, que supone ser el triunfador de la Feria de Cali, una de las más importantes de América. Un buen colofón para una gran temporada.
—Se comió las uvas cruzando el charco.
—Pues no me las comí porque la compañía aérea en la que viajaba no tuvo el detalle de darnos uvas, ni nada. Fue muy desagradable, y no se les ocurrió otra cosa que a las seis de la mañana hora española, doce de la noche hora de Colombia, encendieron las luces de la cabina, nos pusieron un villancico colombiano muy raro y pretendían que lo celebráramos con champán, así que le dije a la azafata que se lo bebiera ella.
—Mientras espera el comienzo de la temporada taurina en España la Liga de fútbol hierve con ese duelo sensacional entre Atlético y Barça y con el Real Madrid a la zaga.
—El Atleti está enrachado y eso es muy importante. Cuando eso le ocurre a un torero no hay quien le pare, todo se pone a su favor. Me está gustando mucho la forma de competir del Atleti, está en la línea de lo que es mi forma de ser, la humildad, la disciplina y el esfuerzo.
—Sin embargo, usted es madridista aunque tuvo un momento culé. Explique eso.
—El Barça me gustó bastante en una época pero me fue desanimando por diferentes motivos y me aficioné al Real Madrid. Además, hay un suceso clave en esa pasión: cuando caí malherido en Madrid, en 2008, Casillas vino a verme al hospital y tuvo un comportamiento sensacional. Me regaló su camiseta y me demostró que es un tipo formidable. Y luego he tenido la ocasión de conocer a Sergio Ramos, otro grande.
—¿Su desengaño con el Barça tuvo que ver con la prohibición de los toros en Cataluña?
—Eso influyó mucho, porque hay cosas que no se pueden entender. Seguramente los toros allí habrían desaparecido de forma natural pero lo que no acepto es que me prohiban ejercer libremente mi profesión y a los aficionados condenarles a no disfrutar de ello. Y luego está el asunto de la independencia y todo eso. Son demasiado pesados. Ese comportamiento tan radical me provoca un gran rechazo.
—Ha mencionado a Casillas y a Sergio Ramos, dos jugadores que están viviendo ahora en el Madrid una situación compleja.
—Me daría mucha pena que se fueran del Madrid. Creo que son dos personas que quieren al club, son honrados y tienen dignidad.
—Aparte de matador, usted tiene unas grandes cualidades como portero de fútbol. ¿Cómo ve lo que está ocurriendo con Casillas y Diego López?
—No sé, es muy difícil. Diego aprovechó su oportunidad y ahora parece que no hay motivos claros para sacarle de ahí, creo que está en su mejor momento. Otra cosa es la identidad y lo que significa Iker Casillas. La vida te pone en lugares que no esperas. A mí me pasó en 2007. Llegué al verano con sólo seis contratos hasta que Cayetano Rivera cayó herido y a mí me dieron casi todas sus fechas, triunfé la mayoría de las tardes y ahí arranqué de verdad.
—¿Y Sergio Ramos qué tal torea?
—No le he visto torear, pero me encanta cuando saca un capote y se pone a dar lances sobre el césped. Es grande que un futbolista de su nivel celebre los triunfos con un homenaje al toreo. También lo hacía Raúl. Vaya cartel de toros, eh: ¡Raúl, Casillas y Ramos!
—¿Usted, que ha indultado a tantos toros, indultaría a Di María después del feo gesto del otro día cuando le cambiaron?
—Hombre, estos jugadores están expuestos a muchas presiones y miradas. No sé, puede ocurrir que en un momento de ofuscación cometas una acción indebida, pero siempre hay que respetar al público. Puedo decir que yo en una plaza, y cualquier otro torero, nunca haría el feo gesto que hizo Di María.
—Los toreros no se miran después de un percance en el ruedo, sin embargo los futbolistas parecen más quejicas durante un partido.
—Muy quejicas, sí, y eso lo solemos comentar los compañeros cuando vemos un partido de fútbol. Bueno, unos somos toreros y otros futbolistas. Hemos visto muchas veces cómo después de una cornada el torero se levanta con el muslo sangrando y continúa la faena.
—¿El torero aguanta más y el futbolista, menos?
—El futbolista está amparado en el campo por un puñado de compañeros mientras que el torero está solo en el ruedo ante la fiera. Si hay un broncazo después de un mal partido se lo llevan los once del equipo, están más repartidos los palos, por lo general. En el caso de una tarde de toros funesta el desaliento se lo lleva sólo el torero. Nosotros estamos más educados para el sufrimiento. La gloria de la profesión de toreo es conocer el precio que supone cruzar esa delgada línea que separa el fracaso del triunfo.
—¿Cómo ve de casta esta temporada al Real Madrid?
—No sé, me cuesta entender que un profesional no salga al campo con la intención de darlo todo, me cuesta pensar que el equipo se relaje.
—¿Ve semejanzas entre el comportamiento del público de Las Ventas y el del Santiago Bernabéu?
—Lo que ocurre es que la bronca de 70.000 personas en el Bernabéu se la reparte todo el equipo y la del público de Las Ventas es para uno solo. De todas formas, yo creo que es mucho más exigente y más intransigente el mundo del toro que el del fútbol. Tengamos claro que en el toro lo que está en juego, por encima de todo, es la vida, no tres puntos para ir más arriba en la clasificación. Y eso, muchos supuestos aficionados a los toros no lo contemplan.
—Hablando de casta lo que parece claro es que este año el Atleti va sobrado.
—No creo en la casta, creo en la forma de embestir y está claro que los jugadores del Atleti están embistiendo con bravura y nobleza. Y en eso tiene mucho que ver Simeone, un tipo capaz de motivarles bien y darles el sitio que tiene cada uno. Me encanta su carácter y filosofía.
—¿Qué posibilidades ve de que el Atlético gane algún título?
—Me encantaría que se llevara algún título, porque sería el premio justo al esfuerzo y a la forma que tienen en creer en ellos mismos.
—¿Y al Barça en qué tipo de encaste lo encuadra?
—A mí me gustaba más cuando estaba Guardiola. Ahora lo veo más entre dos aguas.
—Y entre ellos está el Real Madrid, ¿le ve levantando la Décima?
—Potencial tiene todo el del mundo, ¡vaya jugadores! Otra cosa es que no desplieguen el juego que nos gustaría ver.
—¿Quién es ahora mismo el jugador número uno del fútbol mundial?
—Cristiano Ronaldo está en el mejor momento de su carrera, es un fenómeno y ahora mismo, a ver, yo diría que Cristiano y… Diego Costa.
—¿Cómo se lleva con sus compañeros atléticos como El Juli o José Tomás? ¿Le dan mucha caña?
—El Juli está contento y eufórico, pero es cauto. En cuanto a José Tomás, no sé, tengo poca relación con él, no nos hemos tratado mucho.
—Cuando era portero de chaval ¿en quién se fijaba?
—En Paco Buyo, el de Betanzos. Lo he conocido personalmente porque me trataba Antonio Acedo, el que era fisioterapeuta del Real Madrid, y coincidíamos bastante. Pero desde que coleccionaba cromos Buyo era mi ídolo.
—¿Era usted buen portero?
—Sí, era muy bueno.
—¿Qué condiciones debe reunir un guardameta?
—Un arrojo superior al que tienen los demás jugadores. Más valiente de lo que pueda ser un jugador de campo.
—¿A la hora de entrar a matar a un toro se produce un cruce de miradas más o menos similar al que sucede entre el jugador y el portero en un penalti?
—Bueno, los toreros siempre miramos a los ojos del toro menos, precisamente, cuando entramos a matar porque tienes la vista fija en el sitio donde vas a clavar la espada. En un penalti entre el portero y el lanzador sí hay un cruce definitivo de miradas.
—¿Le habla al toro?
—Soy bastante silencioso en ese sentido. El diálogo se produce a la hora de citarlo, ves la intención de su mirada, escuchas su respiración, cómo estira sus orejas. En la mirada del toro está todo, te marca lo que tienes que hacer y lo que no. La distancia, el sitio, la colocación. Y hay miradas que anuncian la cornada.
—¿Y ese anuncio se cumple siempre?
—Decía Antonio Ordóñez que un torero debe estar dispuesto a morir 4 o 5 veces al año. Parece muy fuerte y frío decirlo así, pero es la verdad. Durante una temporada hay algunas tardes que son claves y tienes que estar dispuesto a cruzar esa línea que te lo puede dar todo, o mandarte al hule. Tienes que estar mentalizado para dar ese paso.
—Y dominar el miedo.
—El miedo es necesario y es lo que me hace superar los peores trances. Hay veces, en el patio de cuadrillas antes del paseíllo, que te irías corriendo por cualquier puerta, y es la responsabilidad y el amor a tu oficio lo que te mantiene en el sitio. La experiencia también es importante. Yo ahora no afronto de la misma forma las tardes que cuando empezaba.
—¿El patio de cuadrillas se parece en algo al túnel de vestuarios antes de un partido?
—No. Al final del túnel de vestuarios está el terreno de juego y otro equipo con el que vas a jugar al balón. Cuando se abre el portón de cuadrillas lo que te va a esperar en el ruedo es un duelo extraordinario entre tú solo y una fiera con los cuernos afilados a la que tienes que someter con tu valor, tus conocimientos y tu talento. Eso no se puede comparar.
—¿Cambiaría su vida de matador de toros por ser titular en la portería del Real Madrid?
—Es imposible decir eso. Ahora soy lo que soy. Sí es verdad que de haber seguido siendo futbolista el lugar que me hubiera gustado ocupar es el de Casillas, su gloria como portero del Madrid y de la Selección. Y creo que si me hubiera empeñado lo habría conseguido.