Ridículo histórico en un campo mítico

Llegaba el Real Madrid después de haber perdido contra el Girona a su competición, a Londres, a Wembley, a debutar en un estadio a la altura del mejor equipo del mundo. Pero no apareció. Sobre el césped de Wembley solo compareció el Tottenham para dar un baño de humildad a un equipo que parece haberse cansado de ganar, de jugar y de agradar. Salió al campo el Real Madrid de negro presagiando lo que se venía.

Cinco primeros minutos que eran un espejismo. En cuánto el conjunto inglés se plantó en el campo y empezó a mover el balón, el Real Madrid se evaporó como como una gota de agua en una plancha caliente lista para cocinar. Y el Totenham hizo eso, cocinar para comerse a un equipo sin alma, indolente, que veía como iban cayendo los goles sin tener una idea de como parar el aluvión londinense.

Línea por línea, la defensa parecía que se conocían de un rato, con huecos inexplicables de un grupo que se conocen de años. El medio del campo sin generar el fútbol que se le supone. Y la delantera que no ayudaba a la hora de crear, pero tampoco a la hora de destruir en la primera presión.

Un amigo viendo el partido me ha dicho: «No te olvides, este año es año de mundial, y estos ya lo han ganado todo…». No quiero pensar eso, pero cada vez me dan más motivos para llegar a esa conclusión.

HALA MADRID Y NADA MÁS

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