Redacción: Nerea Calvo-Manzano Peña.
Ayer buena parte de aficionados blancos se vinieron abajo ante el resultado que salió del Benito Villamarín: un empate sirvió para que muchos de los denominados ‘falsos madridistas’ salieran de sus madrigueras para atacar a la cúpula merengue. Hay que tener un poquito de cabeza y al menos dos dedos de frente: no se puede fusilar ya a un grande como Zidane, tachando de ‘pinchazo’ lo de ayer en la ciudad de Sevilla. Está claro que un 1-1 no resulta válido para remontar una Liga que ya casi todos daban por perdida en la primera vuelta, pero tampoco se puede criticar el juego de los blancos en un partido en el que, si bien la puntería no estuvo acertada, la plantilla echó el resto y la intensidad fue máxima.
Hay que tener un poquito de memoria: los que hace unos años -e incluso meses- coreaban al son de la grada un emocionante «¡Hasta el final, vamos Real!», son los mismos que ahora piden la cabeza de Florentino, Cristiano e incluso la de un recién estrenado Zizou. El planteamiento de juego es distinto al que se veía hace unas semanas: ya no hay figuras individuales en el campo, sino estrategias conjuntas que podrían hacer el deleite de muchos apasionados de este deporte… Y eso es lo que ocurrió precisamente ayer en el estadio del Real Betis Balompié; el primer tiempo fue más potente por parte de los andaluces, pero en la segunda mitad se pudo ver una muestra del mejor Real Madrid, con una puntería poco acertada, sí, pero que se enfrentaba a una portería con un Adán que bien pudo ser el mejor jugador del encuentro.
Y hablando de memoria… ahora todos critican a Cristiano Ronaldo. Ahora ya nadie recuerda quién es el responsable de muchos tantos decisivos que han dado numerosas victorias al equipo blanco; que ha sido partícipe de jugadas mágicas que han hecho vibrar a todos los merengues; que siempre ha dado la cara por y para el club de la capital. Un jugador que, más o menos acertado, nunca deja de intentarlo y que da lo mejor de sí mismo durante los 90 minutos de juego. En ocasiones le puede perder el ansia de marcar, ¿pero acaso eso es malo en un deporte en el que ese es, precisamente, el objetivo? Cualquier equipo pagaría por tener al luso en su plantilla, pero nosotros nos conformamos con pedir su retirada. El Real Madrid es un equipo de estrellas, y el 7 es una de ellas: ¿no sería lógico cuidarla para que no dejara de brillar? No sé vosotros, pero a mí no me gustaría verle en otra galaxia.
No hagamos oídos sordos a esos cánticos que desde hace décadas ponen la banda sonora a cada partido del Real Madrid, y animemos realmente a nuestro equipo hasta el final, sin condiciones. Obviamente, no hay que perder la capacidad de autocrítica, porque la mejora reside precisamente en eso… Pero la solución no radica en pedir dimisiones ni despidos, y menos a todos aquellos que darían su vida por el club blanco. «Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite».