Otro partido, y van muchos en el que el Real Madrid llega, ve y vence. Y lo mejor, en la mayoría convence. Un partido muy equilibrado en la primera parte que terminó con tablas pero que se empezó a vislumbrar lo que en la segunda parte ocurrió.
Y en la segunda apareció el Madrid de las finales, el que juega en equipo, con el equipo contrario y con el marcador, y que sabe qué y cómo hacer en cada momento. Primero con el juego combativo que desembocó en el gol de Piqué en propia puerta, y más tarde con las contras, en las que el Real Madrid es un experto, con goles (golazos a cual mejor) de Cristiano Ronaldo y Marco Asensio terminaron por hundir a un Barcelona impotente que sólo pudo marcar de penalti por medio de Messi. Un penalti que no debió cobrar el arbitro porque Luis Suárez se tira descaradamente engañando al trencilla.
Hablando del árbitro, no ha estado a la altura del partido, se le ha visto desbordado sacando tarjetas a destiempo y como colofón, expulsando a Cristiano Ronaldo de manera injusta después de una jugada en la que viene desequilibrado y que Umtiti termina de tirar, sin que el portugués pidiera pena máxima. Esperemos que el club de Chamartín recurra la segunda tarjeta, ya que la primera es completamente justa al quitarse la camiseta después de marcar el segundo gol madridista.
En definitiva, un partido con claro dominio madridista que deja encarrilada la Supercopa para rematar en el Santiago Bernabéu que se engalanará para recibir al equipo después de conquistar dos títulos y, esperemos, celebrar el siguiente. Ya sería el segundo del demandado sextete.
HALA MADRID Y NADA MÁS.