Se retira un grande. Se retira “El Chapu”. Andrés Nocioni dejará el baloncesto cuando acabe la temporada con el Real Madrid. Asi lo ha anunciado a través de su cuenta de twitter. Con el equipo blanco ha conseguido una Copa Intercontinental, la Euroliga, dos ligas ACB, tres Copas del Rey y una Supercopa de España.
«Después de tantas batallas, he decidido dejar de reventar la botella de agua contra el piso cada vez que me sustituyen, mojando a compañeros, asistentes y plateístas de primera fila. De tirar toallas, de patear bancos, de insultar al aire. He decidido madurar, señores. Me cansé de discutir con los árbitros por fallos que nunca sabremos si fueron erróneos. No quiero que me cobren más faltas técnicas ni tampoco volver a pagar gimnasios o cenas de equipo a cuenta de mis multas. Debo progresar. Lo he meditado lo suficiente. Basta de pelear con rivales, basta de noches sin dormir por victorias con angustia o derrotas que son puñales. Se terminó… Pretendo mejorar mi conducta, mis hábitos. Y como tengo en claro que no podré cambiar mi temperamento jamás, ME RETIRO. Me voy antes de que me echen.
Viví como jugué. Siempre fui honesto y entregué mi corazón en cada club en el que estuve; todos los días, todas las prácticas, todos los partidos. Dejo el básquet de la manera en la que yo quiero dejarlo: compitiendo en el más alto nivel de Europa y en un club de máxima jerarquía mundial.
En el camino he cumplido muchísimos sueños. Sueños que ni me imaginaba concretar cuando comencé a jugar en Ceci de Gálvez. Yo tenía como aspiración máxima llegar a Europa y no solo lo concreté, sino que, además, sumé una etapa en la NBA. No quiero ponerme nostálgico en esta carta, pero es imposible no mirar atrás y sorprenderme tirando en un arito todo roto de mi ciudad. Llegué más lejos de lo que esperaba. Compartí camiseta con alguno de los mejores jugadores del mundo. Y me enfrenté a muchos otros a los que veía en fotos. Me descubrí en lo más alto de un podio olímpico con la camiseta que más quise, en una tarde que jamás olvidaré. Grité, sufrí, festejé, lloré: crecí. Nunca me entregué. Ni en los peores momentos, que, por supuesto, también los tuve.
Debo agradecimiento a muchísimas personas. A mis hijos en primer lugar, por bancarse tantos cambios de hogar, viajes y ausencias. A mis seres queridos, obviamente: los de mi familia y los de la familia de mi esposa. A distintos compañeros, entrenadores, preparadores físicos, cuerpos médicos. A los árbitros que, con seguridad, organizarán una fiesta mañana mismo. A mis agentes. A los amigos que felizmente coseché en cada sitio en le que estuve. Pero sobre todo le debo agradecimiento especial y absoluto a mi esposa Paula. Ella fue quien me acompañó durante todo este recorrido, quien me contuvo, me abrazó y me levantó las veces que estuve caído. Yo no estuve solo. Solo no hubiera podido.
Por último, valorar como se merecen a todos los clubes que me cobijaron en Argentina, España y Estados Unidos. A la Selección por el enorme orgullo que me generó representarla durante más de quince años. A la gente de Vitoria (¡cuántos recuerdos de momentos mágicos!) y a la de Madrid, que me demuestra su cariño día a día. En estos meses que me quedan por delante daré lo mejor de mí, como siempre, para ganar la Euroliga y la temporada de ACB. Sería una despedida perfecta. Y la última oportunidad de robarme una red.
Hasta acá hemos llegado, amigos. Ha sido un camino largo, repleto de piedras, luces, empeño y también grandes satisfacciones. Pero de algo estoy seguro: valió la pena transitarlo».