Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
Rafa Nadal inició la reconquista de Montecarlo, esa plaza que el año pasado le arrebató Novak Djokovic, con una victoria por 6-4 y 6-1 en 1h:12 contra Teymuraz Gabashvili y mañana se medirá en octavos a Andreas Seppi, que derrotó a Pablo Andújar (7-6, 5-7 y 6-4). Sin demasiado brillo, pero con oficio, el número subió el primer escalón que le debe llevar a la defensa de 5.100 puntos y su número uno de aquí a Roland Garros. En Mónaco, además, es el único torneo donde puede sumar, cosa que haría ganándolo. Él defiende 600 puntos y el serbio 1.000.
La seguridad que el número uno busca en esa tierra en la que es casi invencible tardó seis juegos en llegar en la pesada, por húmeda, pista del Principado. Con nubarrones y un ambiente fresco, sin esa vivacidad que aporta el sol a los golpes del español, el ruso, número 58 del mundo, comenzó el partido con un desconcertante break.
Con Nadal lento y pesado de piernas, acusando el cambio de la pista rápida a la arcilla tras la gira americana, los papeles aparecían cambiados: Gabashvili bien al resto y dominando los puntos y Nadal a merced, sin exigir tiros malos a su rival porque los cambios de dirección no aparecían. Incluso, el ruso tuvo una bola para colocarse 1-4. No la materializó y llegó la rotura del español, ocho veces rey en Montecarlo, para igualar a tres y no dejar ya de mandar. De menos a más, acabó la primera manga con 15 golpes ganadores por sólo tres errores no forzados por el balance de 12-10 del ruso.
En el segundo set, con Gabashvili blandito al saque (horrible 0/6 de puntos ganados con primeros en esa manga) Nadal avanzó como un tiro hacia el 4-0. Pero en el quinto juego volvió a dejar bolas a media pista y el ruso consiguió una de rotura que el español tuvo que jugársela con segundo saque después de recibir un segundo warning por violación de tiempo de saque. Lo jugó mal y significó el 4-1, que enseguida corrigió con un contrabreak y saque para ganar. Contra Seppi, Nadal podría conseguir su victoria 300 sobre tierra, por tan sólo 21 derrotas. Sacudidos los nervios del reencuentro con la tierra, las calderas deberían ir aumentando la presión. “Acabar el partido mejor que empiezas siempre es buena señal”, resumió Nadal.