Crónica-Redacción:Noelia Pinto Cervero-Roland Garros-París-Latribunamadridista
Un remate facilísimo a la red. Ni siquiera mira a su palco. El error no ha sido por miedo, por dudas o por espaldas, sino por sobrecarga de confianza. Los dos primeros juegos estaban en su marcador y su revés comandaba la contienda. Desdibujada ella en favor de un líder que mandaba un aviso al que lleva dos años con Roland Garros en la cabeza, el que ha aprendido francés para ganar la batalla del público, el que le presentó dudas ante Ernests Gulbis para que se confiara. RafaNadal, que atropelló a Andy Murray (6-3, 6-2 y 6-) en las semifinales, acepta el reto de Djokovic en el último domingo de París. La batalla de las batallas.
Las miradas también libraron su lucha. Perdida en cada descanso la de Murray, desafiante hacia el infinito la de Nadal, en la que se dibujaba ya la novena final de diez torneos en París. Su tenis así lo confirmó. Como nunca, o como siempre en la mente de sus seguidores, el balear bombardeó con todo su arsenal apuntando al cielo de Djokovic. Fue elescocés una víctima de un fuego cruzado que comenzó desde el minuto uno de Roland Garros. Presiones sutiles y no tanto, el número 1 del mundo sabe jugar con la cabeza.
La mano le sigue, y en la semifinal estuvo finísima. Se protegió el revés, no por las dudas que le creara ante David Ferrer, sino porque fue estelar con su drive. Como un arquero, puso la pelota donde le decía el ojo, bien afinado hacia las esquinas, hacia los puntos débiles de un Murray que se arrastró por la pista. Ni siquiera tuvo opción de romperle el saque al de Manacor, bien porque el servicio del número 1 fue el mejor del torneo, bien porque no encontró fuerzas ni determinación para plantar cara en un escenario en el que ya se estrenó en 2011. También con Nadal.
Le batalló más en aquella ocasión (6-4, 7-5 y 6-4), pero aquí no pudo apenas el número 7 de su ranking. «Creo que he jugado el mejor tenis en Roland Garros este año», confesó Nadal a pie de pista, en francés, para ganarse también al público. París se gana por múltiples frentes. «Es un placer jugar en la Philippe Chatrier. Es increíble llegar a otra final aquí, es muy emocionante para mí. Siempre ha sido mi sueño, y en los últimos diez años voy a estar en mi novena final. Gracias por hacerme sentir como en casa». Nadal acepta el reto de Djokovic.