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Se acaban los adjetivos para definir a Usain Bolt, aunque es posible que tras estos mundiales de Shangai, haya que referirse a él como el atleta más grande de todos los tiempos. Ayer volvió a ganar una medalla de oro, la de los 200 metros, la segunda en la presente cita y que, a pesar de las dudas que había, le vuelven a situar como el único ‘Rey de la Velocidad’.
El escenario era perfecto, con el famoso nido de pájaro lleno con sus 75.000 espectadores entregados, y el espectáculo fue el que se esperaba, con un duelo de poder a poder entre los dos velocistas más grandes del momento, Bolt y el estadounidense Gatlin.
Bolt siempre ha manifestado que los 200 metros son su prueba preferida, y eso se vio desde los tacos de salida, donde el concentrado jamaicano tuvo un tiempo de reacción de tan solo 141 milésimas, mientras su rival se iba a las 161. El resto de la prueba ya es historia del Atlestismo mundial y del gigante de 1,96. Bolt tomó la curva ya en cabeza, volando como si fuera un cohete, pisando con la fuerza que generan sus dos eternas piernas, y con la ventaja que tomó, llegó a los últimos 20 metros con tanta superioridad que se permitió el lujo incluso de dejarse llevar en los últimos metros y parar el crono en unos sobresalientes 19.55.
El podio lo completaron Gatlin (19.77) y el sudafricano Jobodwana (19.86), que consiguió el metal adelantando por solo una milésima al panameño Edward.