Redacción:Noelia Pinto Cervero-LaTribunaMadridista
Hassan Fadil jugó en España, concretametne dos temporadas en el Mallorca y una más en el Málaga, con el mítico Juanito, una leyenda blanca. Ahora dirige en Marruecos al Temara.
—Usted fue el primer marroquí del Mallorca…
—Me ficharon para Segunda División y ascendimos. Mallorca es el paraíso en tierra.
—Seguía la estela de Ben Barek en España…
—Él era más viejo. Esa fue la primera referencia que tuve yo de España. Mi época en Málaga también fue bonita. Vivía cerca de Arroyo de la Miel.
—¡Como Isco!
—Sí (ríe). Me recuerda mucho a Martín Vázquez.
—¿Por cuánto dinero se fue a Málaga?
—Me ofrecieron 20 millones de pesetas, una gran oferta. La pena fue que era un equipo lleno de veteranos como Álvarez, Clemente, Ruiz, Pineda…
—Coincidió con el gran Juanito. ¿Cómo recuerda su primer encuentro?
—Él vino a ficharme a Mallorca junto a Toño Robles, que era el secretario técnico.
—¿Y por qué fue Juanito hasta Mallorca para ficharle?
—Nuestra época era diferente. Acababas el partido y te hacías amigo de los rivales. Juanito, Míchel o Butragueño si venían un sábado a Mallorca no se volvían a Madrid hasta el lunes o martes e hicimos una buena amistad. Recuerdo que en el once de Estudio Estadio muchas veces yo era el delantero de la jornada: Butragueño de 7, Carrasco de 11 y el moro de 9.
—Qué tiempos…
—Le voy a contar una anécdota que le va a gustar. Nosotros éramos la bestia negra del Barça. Un día en el Camp Nou marqué un gol y di una voltereta para celebrar el tanto como hacía Hugo Sánchez. Todo el mundo decía que yo era madridista y que lo hacía para provocar. Bien, pues en el Bernabéu en un partido que íbamos perdiendo, marqué un gol y lo celebré también con una voltereta. Cuando llevaba el balón hasta el centro del campo, vino a por mí Hugo y me dijo: “Hassan, aquí el único que hace eso soy yo porque soy el as”. Yo no me corté: “Ya Hugo, tú eres el as de todos estos ases del Madrid. Yo soy el as de todas estas jotas (en referencia a la figura de la baraja) del Mallorca” (risas).
—¿Cómo era Juanito?
—El mejor, el más completo. Si querías cachondeo, el mejor. Si querías ayuda, si querías simpatía, era el mejor. Querías ayuda a los pobres, el mejor. Querías solidaridad, el mejor. Transmitía la sangre de toro.
—Continúe…
—Era muy grande. En la convivencia era un tío genial. No paraba de hablar. Y si te quedabas dormido, aprovechaba para hacerte alguna trastada. Era un crack, fuera y dentro del campo. Tenía un ángel.
—¿Cómo vivió su muerte?
—(Cambia el semblante) Horrible. Estaba en Marruecos y no pude ir al entierro. Me enteré por las noticias del accidente de carretera después de aquel partido ante el Torino. Dios prefirió que se muriera y no podemos hacer nada. Pero para mí todavía sigue vivo. Su carisma sigue aquí entre nosotros.
—El Bernabéu le sigue recordando cada minuto siete…
—No me extraña. Yo esperaba de él que hubiera tenido una gran carrera como entrenador.
—¿De verdad?
—Sí, el fútbol es para los futbolistas, no para ingenieros. Hubiera sido una leyenda.
—¿Más que Del Bosque, Ancelotti o Guardiola?
—Sí, estoy convencido. Los habría superado a todos ellos. Lo llevaba en la sangre.