Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
Sus orígenes. “Nací en el barrio de Barracas, que recibe este nombre por las barracas, parecidas a las que hay en Valencia. Llegaban los barcos al puerto de Buenos Aires cargados de emigrantes que se construían casa humildes de tipo marinero sostenidas en el aire, como si fueran hórreos (…). Porque si las hacían a ras de suelo se inundaban. Sobrevenía la Surestada (un viento del sur) y entonces se inundaba La Boca”.
El abuelo. “Cuando tenía siete u ocho años a la casa de mi abuelo iba muy seguido. Vivía en frente de la cancha de Boca, justo a treinta metros. Yo nací y viví en la calle Universidad, que ahora no se llama así, entre Brandsen y Suárez. (…) Para mí fue la universidad de la calle. Mi abuelo vivía (…) a catorce o quince cuadras de mi casa. Yo iba corriendo, porque siempre iba corriendo a todos sitios. Él tenía una casa fenomenal, de tres pisos (…) con jardín. Y mi abuelo me decía, ‘Stopita, vamos a dormir la siesta’, y yo dormía la siesta con mi abuelo. Me decía Stopita porque era rubio y tenía el pelo rizado, como la stopa que usaban en los barcos para limpiar (…). Yo siempre estaba jugando al fútbol o con él, porque mi padre trabajaba mucho”.
El padre. “Estaba el Mercado Nacional de Patata, donde trabajaba mi padre (como asentador) (…). Mi padre se pasaba todo el día trabajando y venía a la tarde. Se bajaba del autobús (…), me lanzaba corriendo hacia él y ¡zas! Daba un salto y me abrazaba a él. Eso al viejo le gustaba (…). Recuerdo que era muy estricto. Mi padre era delantero en River, pero se lesionó una rodilla y lo tuvo que dejar muy pronto (…). Lo que de verdad le gustaba a él era la ópera (…). El tango no le gustaba. Sólo le gustaba Gardel”.
En la calle. “Jugábamos en la calle. En el asfalto, en el adoquinado, la pelota parecía un ratón. Botaba de un lado para el otro (…). Había que tener un arte extraordinario para jugar al fútbol en la calle, vamos (…). Si no teníamos pelota, agarrábamos una latita de conserva, la abollábamos, la dejábamos medio redonda y jugábamos. El primer equipo organizado lo tuve todavía en Barracas, el Unidos y Venceremos.
Profe de barrio. “Me ayudó mucho en esos años un galleguito que se llamaba Losada. Si yo tenía entonces diez años, él tendría 17. Era hincha de Boca. Él era quien me enseñaba a jugar (…). Era el instructor que tenía. Instructor de barrio, vamos. Me enseñaba a pegarle. Me mandaba a la pared de la fábrica a pegarle con la izquierda y con la derecha… Todo se aprende. El fútbol es aprendizaje y, gracias a eso, aunque yo era diestro, me defendía bien con la izquierda”.
De Flores a River.(Tras mudarse al barrio de Flores) “Mi madre tropezó con un amigo de mi padre, Alejandro Luraschi. Habían jugado juntos en River (…). Mi madre le comentó que yo jugaba bien al fútbol (…). A los pocos días me mandaron un telegrama para una prueba. Fui, probé y me quedé (…). Firmabas una vez y te quedabas de por vida (…). Seguía jugando partidos informales en el barrio, porque si no, te decían: “Estos están agrandados (…). No había que decepcionarlos”.
Martín Fierro.“Uno de mis personajes favoritos es Martín Fierro. Todo lo que cuento sobre la Argentina de mi infancia tiene que ver con Martín Fierro (…). Lo miro y lo releo (…). Martín Fierro tiene verdades como un templo (…). El tipo tenía todas las ocurrencias del mundo. Decía, por ejemplo, ‘cada lechón en su teta hace el modo de mamar’. ¿Quién sabe eso? No siendo uno que tenga crianza de cerdos no lo sabe nadie. El cerdo es un animal precioso. Cuando el cerdo nace se da la vuelta, se mueve un poquito, abre los ojos y agarra una teta, y no la suelta hasta que lo destetan (…). Aunque tenga diez o doce crías, cada uno va a su teta, no cambia. Y eso Martín Fierro lo explica así: “Que hace su modo de mamar”.
Debut en Primera. (En River).“Estando en Cuarta debuté con el equipo de Primera contra Huracán en la cancha de San Lorenzo. Fue el 7 de agosto de 1944. Curioso, porque cinco años después, también un 7 de agosto, me escapé para Colombia. No puedo olvidar que me doblé el tobillo en la cancha de Chacarita. Estaba predestinado. Me dijo Moreno: ‘Nene, ¿no te vendás el tobillo?’. Yo en mi vida ni sabía lo que era una venda. Y él me dijo: ‘Ven acá. Los campos están pozados (llenos de pozos pequeños). Yo me negué y, efectivamente, cuando quedaban unos quince minutos, me doble el tobillo. Me tuvieron que sacar, no podía ni caminar. A partir de entonces comencé a vendarme (dejó de hacerlo en Colombia, y luego en España)”.
Roosevelt. “El primer partido oficial lo jugué contra Huracán. Perdimos 2-1. La delantera fue Di Stéfano-Gallo-Pedernera-Labruna y Lostau. Tenía que haber debutado antes, contra Newell’s, pero el día que iba a jugar con el equipo de Primera se murió Roosevelt y suspendieron la jornada. ¡Me quería morir! Yo veía las banderas de Argentina y la americana a media asta y me preguntaba: “¿Y qué tengo que ver yo con todo esto?”. Cuando se jugó el partido ya se había recuperado el delantero centro (…) y se jorobó todo. Después debuté de wing (extremo) derecho. A ese puesto le tenía pánico. Antes de salir al campo me dijeron: “Cuando veas una camisa blanca con una raya colorada, le das la pelota”. Eso es lo que me exigieron. Y casi hago un gol de chilena”.
Carlos Peucele. (El entrenador que más le influyó a su llegada a River Plate).Un día que me llamaron para jugar con el Tercera (estando en el Cuarta de River), él me llamó. Yo acudí medio asustado. Me hace esperar sentado en un tresillo y al rato viene con una pelota en la mano y me pregunta: ‘–¿Qué es esto? –Una pelota, don Carlos. –¿Crees que es el sol, que la devolvés como si te quemara…? –No, don Carlos. –En el fútbol hay que hacer pausas, y vos la sueltas muy rápido. –Don Carlos, a mí me dijeron que en River siempre hay que jugarla de primera… –Sí, pero con un poco más de aguante, de pausa, de tiempo…’. Nunca se me olvidó ese consejo.
Huracán. Se me acercó un ojeador que era amigo de mi padre. ‘Nene, ¿quiere usted jugar en Huracán?’. ‘Sí, ¿pero cómo me voy a ir yo de River, si no me puedo mover?’ (…). El presidente de Huracán, que era el teniente coronel Ducó, se fue a la oficina de River (…). Se comentó incluso que llegó a sacar la pistola para convencerlos, pero yo nunca me lo terminé de creer (…). River no se quedó atrás e hizo firmar al presidente de Huracán un papel de cesión a préstamo (…). Si se querían quedar conmigo tenían que pagar 80.000 pesos. El mayor traspaso de esa época había sido Rubén Bravo (…) por 60.000 pesos. Lo hicieron para que Huracán no ejecutara nunca la opción de compra (…). (En esa época tuvo un problema importante en una rodilla, una infección). Debuté sin prácticamente entrenarme (…). Le hice un gol a River en menos de diez segundos”.
Apoyó la huelga.“Los futbolistas de los grandes clubes reaccionamos. Algunos fueron esquiroles, muchos, pero se armó una muy grande. Nosotros íbamos a jugar a cualquier campo de fútbol, para que nos vieran y se convencieran de que no teníamos nada contra ellos. Íbamos a jugar a beneficio de un hospital, de un sanatorio, de los niños de la escuela, de lo que fuera. Jugábamos partidos para atraer nosotros al público y comentarle a la gente cara a cara que no era por el asunto del dinero, sino que era por defender a los que estaban en bajas categorías. Defendíamos a la gente”.
Millonarios.“No podíamos perder esa oportunidad (fue junto a Rossi). Además de comenzar una aventura en un fútbol que quería progresar, nunca había visto más dinero en mi vida. Cuando regresé a Buenos Aires para las Navidades, llevaba una cantidad de dinero mayor de la que había visto en mi vida (…). Además tuvimos la suerte de que ganamos el campeonato”.
Miedo a volar.“Comenzó en Colombia. Los aviones eran muy pequeños y siempre teníamos que sobrevolar las montañas (…). En autobús no se podía ir porque las carreteras eran horribles (…). Colombia tiene un clima tropical y llueve cantidad. Había tormentas a cada momento y los aviones no iban nunca por encima de las nubes, siempre por debajo. Se movían que daba miedo”.
La oportunidad. (En 1952 se celebraban las Bodas de Oro del Madrid y Millonarios fue invitado)“Me eligieron mejor jugador del torneo y recuerdo que me marcó Muñoz (…). Conocí a don Santiago Bernabéu, fue en el estadio. Vino a saludarnos y después nos pidió a Rossi y a mí que fuéramos con él a Radio Nacional de España para hablar del partido (…). Me causó una gran impresión. Un hombre serio, que sabía de la vida, uno se daba cuenta de ello con sólo estrecharle la mano.
Guerra Madrid-Barça. “No olvidaré la imagen de los catalanes tomando champagne mientras hablaban conmigo en casa. ‘Dentro de siete días nos vamos a España’ (…). Les dije que hablaran con Millonarios, porque yo entonces pertenecía a ese club. Ellos habían hablado con River y decían que me habían comprado y que ya habían puesto dinero. Me hablaban de dos millones de pesos argentinos, unos cuatro millones de pesetas (…). Mientras, me entero de que el Madrid ha hecho una oferta formal por mí a Millonarios, pero yo ya tenía la palabra empeñada con los catalanes (finalmente viaja a Barcelona, con Samitier como cicerone). Todo era esperar. Me entrené con ellos unos días hasta que la Delegación de Deportes ya no me dejó (…). Me comentaban que el Madrid se había arreglado con Millonarios. Yo siempre decía que a mí me daba lo mismo jugar con el Barcelona o con el Madrid”.
El desenlace. (El Madrid se movió más rápido y pagó)“Tuvo que volver a intervenir la FIFA nombrando mediador a Armando Muñoz Calero (…) quien decidió que jugara dos temporadas en el Madrid (1953-54 y 1954-55) y las dos siguientes en el Barcelona. Al término, los dos clubes debían ponerse de acuerdo entre ellos (…). La cuestión es que de la noche a la mañana me dicen: ‘Para Madrid’ (…). Mi intención era firmar por dos años, pero terminé firmando por cuatro (…). Debuté contra el Nancy fuera de forma”.