Crónica-Redacción:Noelia Pinto Cervero-Cincinnati-Latribunamadridista
Rafael Nadal continúa desatado, campeón en Cincinnati después de derrotar en la final a John Isner por 7-6 (8) y 7-6 (3). Un título más, el noveno de un 2013 impresionante, un tenista descomunal que arrasa después de estar más de siete meses lesionado. Nadal es único y también asombra en cemento, la superficie en donde más sufre su rodilla, un terreno al que se adaptado a las mil maravillas este curso ya que antes venció en Indian Wells y la pasada semana en Montreal. Y ahora sonríe en Ohio, otro Masters 1.000, el quinto de la temporada. Nadal está mejor que nunca.
No había mordido todavía en Cincinnati, un torneo inhóspito para él hasta la fecha. Pero Nadal, después de su batacazo en Wimbledon a las primeras de cambio, ha regresado al circuito como un ciclón, genial en Montreal y combativo como siempre en Ohio. Ante Isner, un gigante que es mucho más que eso, completó una final magnífica y con su victoria pasa a ser el número dos del mundo.
Y no resultó nada fácil. Nadal planteó el duelo con inteligencia, capaz de adaptarse a cualquier circunstancia. Isner, estirado hasta los 208 centímetros que le hacen rozar el cielo, es mucho más que un bombardero y batalló con genio y criterio. Más allá de su saque, durísimo como demostró con tres servicios directos en el primer juego, el norteamericano tiene derecha y se mueve con gracia, una roca que resiste horas y horas en la pista.
Nadal, liberada su raqueta, hizo lo que requería la tarde. Defendió siempre que pudo el ataque de Isner y alternó con su saque, decisivo para salvar hasta tres pelotas de set en la primera manga. Las dos primeras llegaron en el duodécimo juego, con 15-40 en contra, y la tercera en el tie break, resuelto por una cuestión de jerarquía y cabeza. El balear, a la hora de la verdad, nunca falla.
Mantuvo una actitud soberbia, centrado en los martillazos de su interminable oponente. Supo entender la situación, variar la dirección de sus golpes y esperar el momento preciso. Apenas sin errores, aguantó la compostura y no se dejó deslumbrar por los 27 ganadores de Isner en el primer set.
El segundo fue igual de nivelado, notable entrega y esfuerzo de Isner. Aguantó Isner, convencido después de una semana notable con triunfos sobre Gasquet, Raonic, Djokovic y Del Potro, y exhibió su versatilidad ante el calor de su gente, necesitada de nuevas referencias ahora que el tenis estadounidense se desangra. Su problema es que tenía a Nadal enfrente y que desaprovechó una opción de rotura en el séptimo juego que le hubiera dado alas.
Tras una hora y 54 minutos, Nadal alzó los brazos una vez más, la misma imagen de casi siempre al resolver en otro tie break. Son nueve títulos en 2013 y lleva 26 Masters 1.000, más que nadie en toda la historia. Son 53 victorias por sólo tres derrotas este año (Zeballos en Viña del Mar, Djokovic en Montecarlo y Darcis en Wimbledon). Son, en definitiva, números bárbaros, impensables hace un año. Ahora llega como número dos al US Open, que arranca la próxima semana, y aspira a recuperar la cima. Con Nadal todo es posible.