Redacción:Noelia Pinto Cervero-LaTribunaMadridista
Paul del Río (La Habana, 1943, Caracas, 2015), falleció este domingo en la capital venezolana en las instalaciones del Cuartel San Carlos, una edificación militar convertida hoy día en Monumento Histórico Nacional venezolano.
Hijo de españoles (Jesús del Río y Dora Canales, “asturianos, republicanos y anarquistas”, según explicó), pertenecía a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, una agrupación compuesta por militantes del Partido Comunista de Venezuela y del Movimiento de Izquierda Revolucionario, del que formaba parte.
Conocido con el apodo de Máximo Canales, fue el principal líder del grupo revolucionario que secuestró el 21 de agosto de 1963 durante tres días a Di Stéfano en Caracas mientras participaba con el Madrid en un torneo llamado las Series Mundiales de Caracas, popularmente conocido como la Pequeña Copa del Mundo. Nunca cumplió pena: le capturaron diez años después. Sentenciado a tres años de cárcel, quedó libre al haber prescrito el delito.
En los últimos años presidía la Fundación Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, con sede en el Cuartel de San Carlos. Allí mismo mostraba sus dotes plásticas como pintor y escultor.
El argentino no le saludó en 2005
Mucho tiempo después, en 2005, el Madrid estrenó la película Real, The Movie. En la misma se relatan cuatro historias tejidas en torno al pasado y presente del club blanco, y que se desarrollan a lo largo de diferentes puntos del planeta. En un momento dado del film interviene el mismo Paul del Río, caracterizado de un aficionado de barrio que estimula a los chicos de su vecindario a jugar al fútbol. El propio Del Río fue invitado por el club al preestreno, posando incluso con el equipo de la película en el palco del Bernabéu, una calurosa noche a finales del mes de agosto y con los grandes nombres de la plantilla: Raúl, Beckham, Zidane, Roberto Carlos… acompañados por lo más selecto de la sociedad madrileña.
Al Madrid, uno de los grandes artífices del proyecto y embarcado ya en una carrera mercadotécnica y de márketing a escala mundial, le pareció una grandísima idea unir al secuestrador con el secuestrado en busca de una foto, de una imagen, que potenciase la promoción de la película. Pero Di Stéfano, que por entonces era el presidente de honor madridista, no debió pensar igual: no atendió el ruego fotográfico, aunque sí accedió a hablar con Paul del Río. Eso sí, jamás le estrechó la mano, ni siquiera como señal de amistad. Su comentario-frase explicativa fue contundente para con su antiguo carcelero: “Usted hizo pasar mucho miedo a mi familia. No tenemos nada de qué hablar”. Y se marchó.