Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
El Real Madrid vive tiempos felices. Los de un equipo que juega bien, gana y se divierte, tanto dentro como fuera del terreno de juego, lo que viene a tener casi la misma importancia. El buen ambiente que se respira en el vestuario ayuda a entender la buena cara que está mostrando el equipo de un tiempo a esta parte. Nada que ver con el avinagramiento del año pasado. Como el dinero, el buenrrollismo no da los títulos, pero ayuda.
El buen rollo de los jóvenes ha contagiado al resto
Un grupo de jóvenes, desenfadados y desestresados, mejora cualquier grupo de trabajo. Es lo que ha sucedido en el Madrid con la consolidación de Nacho y Morata, además del ascenso de Jesé y los fichajes de Isco e Illarra y Carvajal. Muchos de ellos son amigos y sus relaciones han tenido un efecto contagio en el vestuario. Las bromas están a la orden del día. Un rejuvenecimiento que ha supuesto un soplo de aire fresco en una habitación que necesitaba una ventilación urgente.
La residencia ayuda a que la convivencia mejore
El nuevo hogar de la plantilla madridista ha multiplicado las horas de convivencia. La sala de juegos, con ping pong, simuladores de fórmula uno, consolas y canasta de baloncesto, son un reclamo para que los futbolistas pasen las horas muertas, en las concentraciones o después de entrenar y antes de comer. Las apuestas y los piques son casi diarios.
En el hotel Mirasierra apenas había espacio para el contacto. Tan solo tras la cena, cuando esporádicamente se quedaban de sobremesa, sobre todo si acudía Bruno, el carismático y fiel aficionado madridista, que conoce a todos los jugadores y al que Mourinho de vez en cuando hacía pasar al comedor.
…Aunque Carlo les concentra muy de vez en cuando
Mientras que con Mourinho las concentraciones eran casi innegociables, Ancelotti opina que es mejor que los jugadores duerman en sus casas con su familia en la víspera de los partidos. Solo se acuartelan en Valdebebas cuando el partido se juega pronto al día siguiente. Eso sí, cuando regresan de madrugada, varios prefieren hacer noche en sus habitaciones en vez de pernoctar en sus casas.
Cristiano y Marcelo han vuelto a conectar
Cuando hay tiranteces entre compañeros, el grupo puede verse afectado. El año pasado, Ronaldo y Marcelo, que eran inseparables, sufrieron un distanciamiento. Pero aquello ya está olvidado. Portugués y brasileño han recuperado la química. Además, el lateral siempre risueño, funciona como pegamento en el vestuario.
El curso pasado la tensión afectaba al día a día
No hay color, dicen los jugadores, entre esta temporada y la pasada. Hace un año, el vestuario era prácticamente una oficina en silencio. El desgaste de la relación entre la plantilla y Mourinho acabó por afectar a la dinámica del equipo. Los grupos estaban más definidos que ahora.
Ancelotti y su cuerpo técnico saben relativizar
Carlo ha ido ganando adeptos con el paso de los meses y de las polémicas. Ningún debate ha sido avivado desde la sala de prensa. Todo lo contrario. Los incendios han sido apagados, o al menos controlados, por el técnico. Diego López-Casillas, Di María, la salida de Özil, los problemas de Bale, Coentrao… Todos se han topado con la palabra amable del italiano. Además, la veteranía de Vecchi y Mauri ha servido para dar un toque de relatividad a un vestuario que ha encontrado la felicidad.