Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, parece que el Real Madrid tiene cocinado a fuego lento el fichaje de Gareth Bale. Una cronología que parece estar siguiendo los típicos pasos de una gran contratación por parte de Florentino y su directiva.
En primer lugar, el equipo del jugador de turno niega que el jugador esté en venta. En segundo, ya no se es tan tajante, pero se piden 200 ó 300 millones, que suele ser una declaración de fortaleza ante los medios de comunicación. Posteriormente, se deja pasar un tiempo prudencial hasta que el jugador mueve ficha, ya sea hablando él directamente con su club o negándose a jugar partidos amistosos. Hasta aquí, el ‘culebrón Bale’ ha cumplido punto por punto la cronología.
Después de todo esto, el equipo empieza a asumir que pierde a su jugador estrella, y comienzan a aparecer voces como la de Keith Mills, director del Tottenham, en la que ya se le pasa la pelota al jugador y sus deseos de marcharse. El objetivo es evidente, dejarle claro a la afición que se ha hecho lo imposible por retenerle, pero que ha sido el propio futbolista el que ha forzado para marcharse. Es en este punto en el que actualmente se encuentra el caso Bale-Real Madrid.
El club blanco finaliza su estancia en EEUU el próximo sábado, después del partido ante el Inter de Milán, por lo que si no hay novedades en los próximos tres días, lo normal es que el más que probable anuncio del fichaje de Bale por el Real Madrid no se produzca hasta que los blancos no vuelvan de territorio americano. Los capítulos estándar de este tipo de fichajes se han cumplido casi a rajatabla. Sólo queda el colofón.