Redacción: Paula Salinas / latribunamadridista.com
Nervios, ilusión, entusiasmo, confianza. Un 11 de julio del 2010, las calles se pintaban de rojo y amarillo para animar al futuro Campeón del Mundo. Ese día, España cambió. Todos unidos, remando a la vez, sin mirar hacia atrás, solo con un único objetivo: hacer historia.
Mucho ataque, mucha defensa. El esfuerzo parecía que no daba su fruto. Las manecillas del reloj avanzaban, quedaban minutos para parar, otra vez, y reflexionar. ¿Qué estaba haciendo mal España? Era de noche, pero solo se quería ver a una estrella brillar, la estrella ganadora, la estrella del Mundial. ¿Sería, esta vez, España ganadora del mundo?
Se les veía cansados, cada carrera suponía un esfuerzo mayor; ¿de dónde sacaban las fuerzas? Esa era la pregunta de cada español, hasta que, en el minuto 92, se esclareció todo. Gracias, Dani Jarque, por motivar a cada uno de ellos desde arriba, por recordarles por qué empezaron, por escucharles en cada una de sus frustraciones. Gracias Dani Jarque, por sacar sus fuerzas cuando realmente no quedaban.
Y es que, gracias a ti, Andrés Iniesta, sucumbido por el agotamiento, hizo a España ser, por primera vez en la historia, campeona del mundo. Un Mundial de Fútbol que vivió en primera persona las lágrimas de Iker Casillas, el abrazo de Sergio Busquets, el homenaje de Iniesta, y la emoción de cada uno de los integrantes de ese equipo que hizo que, después de tanto tiempo, España volviese a ser un país unido por lo mismo.
Que digan, después, que el fútbol no hace magia, pero los gritos de cincuenta niñas en un campamento, que solo querían que sus padres disfrutasen de la televisión, serán recordados por cada uno de los allí presentes. Y es que, el fútbol, es mucho más que un deporte. El fútbol cambia la vida.
Y aquí estoy yo, diez años y cuatro meses después, recordando aquel momento en el que no sabía exactamente lo que celebraba, pero ver a la gente feliz me ponía feliz. Aquí estoy yo, escribiendo con 19 años, en un periódico. Ya no soy ni voy a ser arquitecta, pero lo que tengo claro es que cada uno de mis logros los celebraré como aquel gol que nos cambió la vida. Ya no soy aquella niña sin uso de consciencia, ahora estoy aquí, en 2º de Periodismo y Comunicación Audiovisual, ejerciendo lo que, para mí, es mi pasión.
Ahora entiendo las lágrimas de cada uno de los jugadores, porque cuando algo realmente te gusta de verdad, se disfruta mucho más. Una nueva etapa la vivieron ellos hace diez años, yo, la vivo hoy. Bendita suerte la suya, pero yo ahora lo pienso, y bendita suerte la mía.