Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
La plantilla del Barça es consciente de que lo de esta noche es un todo o nada. No descartan la Liga, pero saben que ya no dependen de ellos y que la situación a falta de cinco partidos para la conclusión es muy complicada, viendo, además, el rendimiento de sus rivales.
Es una coyuntura atípica para este equipo, acostumbrado a ganar títulos y más títulos a lo largo de los últimos años. Para ver una situación similar habría que retroceder hasta la temporada 2007-08, todavía con Rijkaard en el banquillo, en la que el equipo no consiguió ningún éxito y que significó la salida del holandés.
Después de los primeros años triunfales de Guardiola, el bloque ha ido descendiendo en el número de títulos. Ya el pasado ejercicio solo consiguió la Liga.
Esta noche tienen la ocasión de darle una alegría a su afición, algo más propio de
tiempos pasados en los que el equipo azulgrana justificaba una temporada por el triunfo ante el Madrid, ya fuera en un torneo menor o simplemente en los partidos de Liga.
Sin embargo, este paralelismo no sería justo después de las últimas temporadas, en las que el Barcelona ha ganado todo y ha sido considerado de manera unánime como el mejor equipo del mundo. En este momento ya no hay urgencias históricas, pero lo que también es innegable es que el equipo del Tata se juega esta noche la campaña después de los dos últimos partidos, donde se dejó la Champions y media Liga.
Mientras que un triunfo serviría de bálsamo después de esas derrotas, un nuevo tropezón traería consecuencias difíciles de controlar por parte del club. La reacción del público el próximo domingo en el Camp Nou en el encuentro ante el Athletic sería imprevisible. El pasado sábado unos cuantos aficionados fueron a increpar al equipo después del regreso de Granada. El grupo era reducido y no representan a la masa social, pero no sucedía desde hacía mucho tiempo.