Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
«Estás hablando con Dios», le dijo Ibrahimovic a un periodista. El sueco adelantó lo que iba a pasar en Solna. Allí se apareció Cristiano Ronaldo, que llevó a su país al Mundial con una actuación memorable. CR tuvo el poder de hacer cualquier cosa. Fue omnipotente.
El madridista hizo tres goles que arruinaron la rebelión de los suecos. La encabezó Zlatan, otro futbolista grandioso. Marcó dos goles en cuatro minutos y dejó a los portugueses al límite del mal (2-1). Un tanto metía a Suecia en el Mundial y Portugal temblaba, no así Cristiano. Todavía le dolía el tobillo, pero el dolor no existía. Su carrera hacia el área contraria fue fulgurante. No perdonó. Marcó con la izquierda y dejó las cosas en su sitio. Como Dios manda.
Los hachazos de Cristiano acabaron con los vikingos suecos. Fue una demostración inigualable de fuerza y velocidad. Suecia no pudo perseguirle. En cada contragolpe, el 7 volaba mientras sus enemigos corrían detrás de un misil.
El miedo estaba justificado
Suecia tuvo que rendirse a la evidencia. Fue muy conservadora durante 45 minutos, precisamente, porque sabía lo que podía pasar con Cristiano desatado. Temió todo el partido lo que le ocurrió en la segunda mitad.
Portugal especuló mucho menos. Pudo marcar antes del descanso. No fueron casualidad unos cuantos remates de Cristiano y un cabezazo de Bruno Alves que despejó Isaksson. Los goles estaban por llegar y el partido se descargó en la segunda parte. Ronaldo no falló en la primera que tuvo tras el descanso.
Un duelo grandioso
Después de una oportuna intervención de Rui Patricio, CR salió de los tacos, sacó un metro al galgo que intentó perseguirle y marcó. Fue el 0-1. Cristiano estaba ahí. Omnipresente. A tres goles, Suecia no tuvo más remedio que irse al ataque y olvidarse de lo demás. Ya todo daba igual.
En cuatro minutos, los suecos hicieron dos goles. Ibrahimovic demostró orgullo. Marcó de cabeza y sacando la metralleta en una falta. A Portugal se le venía el mundo encima. Hasta que habló Cristiano.
El 7 empató al galope y firmó el definitivo 2-3 poco después. Al final, hasta tuvo misericordia con los suecos, a los que pudo hacer más goles en el tramo final. Cristiano ya lo gobernaba todo. No podía jugarse el Mundial sin él.