Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
Volvió la Champions y con ella regresó Iker Casillas. Ahí siempre está él. Desplegó las alas en Turín, ciudad de la que no tenía muy buenos recuerdos. Allí ha llorado. Esta vez, acabó feliz. No pudo evitarlo cuando habló tras el pitido final, justo después de despedirse de su buen amigo Buffon.
Iker recibió dos goles, pero sacó tres balones que llevaban el gol escrito al lado de las estrellas. Fueron tres intervenciones de las suyas, al límite, producto de unos reflejos extraordinarios.
Casillas sostuvo al Madrid hasta que Vidal consumó de penalti lo que se veía venir. Antes, el capitán reaccionó a un despeje de Pepe contra su portería. No había tiempo de nada, pero él la sacó. También un cabezazo de Marchisio, escupido por su pie derecho, que también vale para evitar los goles.
Hasta el lanzamiento de Vidal, que no hubiesen parado ni dos porteros juntos y con uno colgado del larguero, Casillas respondió a los incesantes ataques de la Juventus. Sólo dudó en un córner cerrado de Pirlo, donde Iker lo ve más oscuro.
Esas manos
Después, el Real Madrid creció en la segunda mitad y Cristiano y Bale dieron la vuelta al partido. Entre un gol y otro, volvió Casillas. Marchisio remató un centro envenenado de Pogba y el balón volvió a dar en su cuerpo. Después, le ayudó Pepe salvando bajo palos.
El gol de Llorente, el definitivo 2-2, le pilló bajo palos. No salió y no colaboró Varane, al que le ganó la partido el Rey León para volver a morder al Madrid. El cabezazo, de manual, era inalcanzable.
Casillas mantuvo el tipo cuando Tévez y Quagliarella lo intentaron desde lejos. Los problemas se despejaron con los puños. Con esas mismas manos abrazó a Buffon y le dijo que volverán a encontrarse.
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