Redacción: realmadrid.com.
El 5 de febrero de 1984, el Real Madrid resolvió con victoria un compromiso liguero en Cádiz y dio inició a la leyenda de Emilio Butragueño con la camiseta blanca. Treinta años después, el actual director de Relaciones Institucionales del clubrecuerda el partido para Realmadrid.com: “El equipo perdía 2-0, todo cambió de repente y tuve la suerte de participar en aquella remontada. Marqué a los 15 minutos y el final fue apasionante. Llegamos a los últimos cuatro minutos perdiendo. Marcó Gallego en un córner y en el último minuto yo. Visualizar ese día y volver a vivirlo es muy bonito. Pese a que han pasado 30 años lo recuerdo vivamente, fue un día fundamental en mi vida”.
Alfredo Di Stéfano fue el entrenador que le hizo debutar y no olvida el momento en el que le dio entrada al campo: “Fue un honor que el mejor jugador de la historia delclub me diera la oportunidad. Se me acercó y dijo: ‘Nene, calentá’. Me recorrió un impulso eléctrico y en ese momento recordé que soy socio del club desde que nací, he visto todos los partidos con mi padre en el Bernabéu e iba a jugar. Fue un pensamiento muy fugaz. Me concentré en que era una buena oportunidad y había que aprovecharla. Luego lo único que me dijo es que jugara cerca de Santillana, dándome libertad”.
De aquel primer partido conserva un recuerdo material y la ilusión de compartir vestuario con otros ídolos madridistas: “Fue uno de los encuentros más importantes de mi carrera y me quedé con la camiseta, aunque tuve que pedir permiso a Di Stéfano porque antes no se podía. Aquello para mí era el paraíso, un desafío permanente. De repente estaba con Juanito, Stielike, Santillana, Camacho… ¡Los había coleccionado en cromos a todos! Me lo tomé como una gran oportunidad e intentaba aprender de ellos».
Aunque no podía prever que su participación sería decisiva, el canterano tenía el presentimiento de que iba a debutar: “Antes del partido mi padre no sabía si viajara Cádiz; yo tenía la intuición de que algo iba a jugar y le dije a mi padre que si jugaba y él no estaba allí para verme no se lo iba a perdonar en la vida. Finalmente me vio desde la grada”. Tras esa brillante actuación en Cádiz, Butragueño irrumpió con fuerza en la escena mediática del fútbol español: “Los dos días siguientes a jugar fueron una locura. Todos los medios fueron a la perfumería de mis padres para entrevistarles, o me esperaban a mí tras el entrenamiento. Fueron momentos muy emocionantes”.
Sus números de leyenda en el Real Madrid
Aquellos dos goles al Cádiz fueron los primeros de los 171 que consiguió con la camiseta blanca. Butragueño disputó 463 partidos y ganó 2 Copas de la UEFA, 6 Ligas, 2 Copas del Rey, 1 Copa de la Liga y 4 Supercopas como madridista. Además, fue uno de los emblemas de la etapa del club que se conoció como la Quinta del Buitre.
“Éramos unos chicos jóvenes de la casa y nos juntamos con unos veteranos sensacionales. Aquello creó una fusión muy exitosa, no sólo por los resultados. Di Stéfano tuvo mucho coraje para darnos la oportunidad a los jóvenes y hacernos titulares. La temporada 1984/85 fue de transición pero terminamos ganando la Copa de la UEFA, el primer título europeo desde 1966, con aquellas remontadas inolvidables”, explica acerca de sus primeros años como jugador.
Para concluir, Butragueño relató su relación con los veteranos de aquella plantilla y su especial respeto por Camacho: “Al principio de llegar ni hablaba. Las jerarquías estaban muy marcadas, los veteranos llevaban muchos años en la casa y habían heredado los valores de la generación anterior. Eran los responsables de preservar la historia del club y nosotros los aprendices que tenían que asimilar los que significa ser jugador del Real Madrid. Siempre sentí admiración por Camacho y es uno de los veteranos de los que más he aprendido”. Treinta años después, Butragueño es un referente tanto para los aficionados como para las futuras generaciones de futbolistas de la Ciudad Real Madrid.