Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
Carlo Ancelotti suma ya la cifra de 26 partidos sin perder con el Real Madrid. Por delante sólo tiene a Leo Beenhakker (2 de agosto de 1942, Rotterdam, Holanda), que estuvo 34.
—Ancelotti suma ya en el Madrid 26 partidos sin conocer la derrota y…
—(Interrumpe) ¡Y yo estuve 34! Aún sigo siendo el mejor del mundo, ¿no?
—Veo que tiene memoria. ¿Siempre fue un amante de las estadísticas?
—No, nunca estuve obsesionado con números ni récords, ha sido la Prensa la que está refrescando mi memoria (risas).
—¿Cómo comenzó a ser entrenador?
—Sólo fui futbolista en edad juvenil. Después, tuve una lesión importante y esa carrera como jugador fue imposible continuarla. Así que con 25 años comencé a entrenar. Fue en 1967. Empecé como ayudante en el Go Ahead, luego estuve ocho años en Segunda, pase a los juveniles del Feyenoord, a los del Ajax, y en 1979 me llegó la oportunidad de subir al primer equipo del Ajax.
—¿Cuáles fueron sus referentes?
—Rinus Michels. Tuvimos una gran relación porque comenzamos a entrenar más o menos en la misma época. Después, trabajé con él en la selección de Holanda… Fue mi maestro. Todos recuerdan su forma de jugar en el 74, en el Mundial, cuando perdimos 2-1 la final con Alemania. Fue la revolución del fútbol total, la aplicación del pressing… Desde entonces, es el modelo de la escuela holandesa.
—¿Al llegar al Madrid, en 1986, intentó aplicar ese modelo?
—Mire, tu filosofía como entrenador es una, pero cuenta mucho el nivel y el talento de los jugadores. Siempre he sido un amante del 4-3-3, pero en el Madrid jugué con dos delanteros, con un 4-4-2.
—¿Por qué?
—Porque no era tonto. Tenía arriba una pareja de oro, Butragueño y Hugo Sánchez. Ese equipo estaba preparado para jugar con estos dos hombres fantásticos… Siempre he sido un hombre muy práctico y dije: “Oye, esto es lo mejor para el equipo”.
—¿Recuerda cómo comenzó esa racha de 34 partidos sin perder?
—Fue en la 1988-89, mi tercera temporada, y sé que comenzó después de perder con el Barcelona en la Supercopa, aunque le ganamos el título, ¿eh? Pero no recuerdo mucho más porque ya le dije que nunca fui seguidor de las estadísticas.
—¿Sus jugadores tampoco?
—Ay, los jugadores. Esos fueron el secreto de todo. Tenía un equipo impresionante. La base fue siempre la misma, con algunos pequeños cambios. Por ejemplo, en esa temporada vino Schuster, pero la base eran los Gallego, Camacho, Gordillo, Míchel, Butragueño, Hugo… No recuerdo que habláramos de la racha sin perder porque siempre queríamos ganar. Ese equipo fue una máquina porque jugó mucho tiempo junto. Pero existía otra cosa. Un ambiente triunfador.
—Explíquese.
—Era una característica de ese grupo. Le contaré una cosa. Creo que fue un año antes de este récord. Volando hacia Vigo, al llegar, nos dicen que el aeropuerto está cerrado; cambiamos a San Sebastián, cerrado; cambiamos a Bilbao, cerrado. Volvimos el sábado por la tarde-noche, bastante tarde, en avión a Madrid. El club nos contrató un tren hacia Vigo y llegamos al día siguiente al hotel, a las diez de la mañana, para desayunar y descansar. El partido era a las cinco. En ese momento, aparece Camacho y dice: “La preparación para este partido es una ruina, estamos todos muy cansados, pero una cosa: aquí no vamos a perder”. Jugamos un partido horroroso, pero ganamos. Ese equipo era mentalmente muy fuerte.
—¿Ve al Madrid de Ancelotti con esa fuerza mental necesaria para arrebatarle el récord?
—Sólo puedo decir que estoy muy contento de estar en la historia de mi querido Madrid. Yo no vivo con ellos, pero Ancelotti tiene un equipazo y claro que puede alcanzar el récord. El fútbol que están haciendo es de un nivel muy alto. Todo funciona bien, y me alegro. Ya llevan 26 partidos sin perder, pero le voy a mandar un email a Ancelotti que diga: “Oye Carlo, eres mi amigo, pero ¡no me toques mi récord, por favor!” (risas). Está demostrando ser un maestro a la hora de manejar bien a todas esas figuras. Parece tener a todos enchufados.
—¿El tema Casillas y Diego López es un ejemplo?
—Por supuesto. Ancelotti ha conseguido que todos los jugadores estén comprometidos, que se vea la fuerza de un equipo, que no son once, ni catorce, sino más. Todos. Sabe manejar temas muy complicados.
—¿Cómo era su relación con sus jugadores?
—De vez en cuando hay que ser muy duro, y de vez en cuando uno más del grupo, un amigo. Siempre tuve muy buena relación con los jugadores, pero a la hora de tomar decisiones hay que ser duro. Conocemos la salida que tuvo Hugo Sánchez del Madrid y aún me duele aquello mucho.
—¿Qué le pasó con Hugo Sánchez?
—Ocurrió en mi segunda etapa, en la 1991-92, pero eso ya es pasado. Son decisiones muy duras, pero oye, aquí estoy, soy el jefe y hay que aceptar esas decisiones porque son mías.
—¿Se aceptó su decisión de sentar a Butragueño en los cuartos de Copa de Europa de la 1988-89 ante el PSV? Era patrimonio del club…
—Me parece muy bien, pero yo soy el entrenador. Pensé que era mejor jugar de otra manera ante el PSV. Recuerdo muy bien que el año anterior nos eliminaron en las semifinales de la Copa de Europa. Tras estudiar al PSV y su juego tomé la decisión de que Emilio no fuese titular. Cuando di la alineación, se acercó Míchel y me dijo: “Vaya huevos tiene”. Emilio lo aceptó muy bien, como un auténtico profesional.
—Y su jefe, Mendoza, ¿lo aceptó igual de bien?
—Yo era el entrenador y ya está. Son decisiones muy duras, pero hay que tomarlas de vez en cuando siempre pensando en el equipo. Mendoza siempre fue un padre para los jugadores, y correctísimo conmigo, me dio toda su confianza en cualquier momento. Siempre estuvo conmigo al 100%.
—Se fue del Madrid al acabar esa temporada. ¿Influyó esa suplencia de Butragueño?
—No. Creo que se acabó el ciclo y quería volver a Holanda.
—¿Sentaría usted a Bale para meter a Jesé ahora que vuelve Cristiano?
—No es una pregunta para mí. De vez en cuando, de la escuela del Madrid sale una joya y Jesé es una de ellas. Siempre es bonito ver a un jovencito triunfar porque, además, la afición se identifica más con estos chicos, sienten más el club. Pasaba con la Quinta, gente salida de la cantera. Pero es lógico. Dicho esto, denle tiempo a Bale, es un grande y ya ha demostrado con goles que puede ser muy útil para este Madrid.
—Con goles sí, pero no con juego…
—Sé por experiencia que se necesita más tiempo para adaptarse. No es una computadora a la que das a un botón y ya está. Es un cambio radical en su vida: otro país, otras costumbres… Es un gran jugador.
—Ha dicho que contaba con una pareja de oro como Butragueño y Hugo. ¿Cristiano es el oro de este Madrid?
—Es otro tipo de jugador. El fútbol ha cambiado, es mucho más rápido, con menos espacios libres, menos tiempo para pensar, más complicado… No voy a decir nada de él que no se haya dicho, es un jugadorazo. El Madrid tiene un equipazo, pero no sólo por él, sino por el resto, que está jugando a un nivel altísimo. Xabi Alonso, Modric, Benzema… Aspira a todo.
—¿Triplete?
—Sí, claro. En la Liga tiene delante al de siempre, al Barça. Da igual que esté bien o mal, es el Barça. Y ahora también está el Atlético. Pero el Madrid va lanzado. Ya está en la final de Copa y en la Copa de Europa está con ganas. Lo tiene todo en sus manos.
—En tres años ganó tres Ligas, una Copa y dos Supercopas. Pero la Copa de Europa…
—Lo rozamos. Caímos los tres años en semifinales. Bayern, PSV y en 1989 nos topamos con el Milán de Sacchi, un grandísimo Milán. Fue una lástima, fueron mejores… Pero tuvimos la ambición de ganarlo todo. Eso es ser del Madrid.