Redacción:Noelia Pinto Cervero-Latribunamadridista
Cuando el 22 de septiembre de 1998 Carlo Ancelotti dijo la famosa «mi sueño es la Juve» a Guerin Sportivo en una entrevista, la suerte estaba clara. Se postuló al banquillo y no tardó en conseguirlo, por su excelente pasado como jugador y también por las buenas sensaciones con el Parma. Dos derrotas consecutivas ante Cagliari y Parma acabaron con Lippi y cedieron el testigo a Ancelotti. Serían dos temporadas y media en la Juve y todo empezaría en Piacenza, en febrero de 1999. Firmó dos años. Había preocupación en dos cosas, cómo colocaría a Zidane y Del Piero y si la Juve mantendría los tres centrales. Luego veremos cómo resolvió ambos problemas. Cuando llegó, Del Piero estaba lesionado, así que aquello tendría que esperar. En su debut en Piacenza, Ancelotti armó una línea de cuatro atrás Mirkovic-Iuliano-Montero-Di Livio, y desde el primer día mantuvo a Deschamps como mediocentro. No había mejor solución posible. A su lado, Tacchinardi o Davids, pocas veces ambos juntos. No era aquel un equipo con demasiada capacidad creativa, pero tampoco tenía un margen mayor. Había tenido a Sacchi como técnico en el Milán y luego había sido su ayudante en la selección italiana, pero Ancelotti empezaba a desmarcarse de él en su tipo de fútbol, más cerca de Liedholm y sobre todo de Trapattoni.
Su primera Juve terminó sexta, a dieciséis puntos del Milán. No hubo reproches, había llegado en febrero y además alcanzó las semifinales de Champions para perder ante el Manchester United. La siguiente temporada sí sería clave. Sin Champions, con el Scudetto como objetivo. Mantuvo inamovible el esquema de tres centrales que tanto había utilizado Lippi, y terminó segundo a un punto del campeón, Lazio. Una Juve muy blindada, que sólo recibió 20 goles pero con problemas arriba. Un 3-4-1-2 ya sin Deschamps, con Davids-Tacchinardi como eje en el medio, Zidane en la mediapunta y Del Piero bien arriba casi siempre con Inzaghi. Esa fue una de las principales decisiones de Ancelotti en su etapa en la Juve: mantener los dos puntas y a Zidane por detrás. En liga, porque en aquella semifinal de Champions ante el Manchester United en 1999 sí le había colocado como segundo punta en un 4-4-2. Con mal resultado. Fue una muy buena temporada juventina, pero se le volvía a escapar el Scudetto. Segundo como en el Parma, y la historia se repetiría en su tercera temporada. De nuevo segundo, a dos puntos del Roma de Capello. Otra vez el equipo menos goleado, y esta vez ya siempre con la línea de cuatro atrás que ya no abandonaría en el resto de su carrera. Y dos detalles más. Recuperó a Conte con todo lo que ha significado para la Juve entonces y ahora, y no se terminó de quitar la etiqueta de amante de los centrocampistas trabajadores por delante de los creativos. Poco después haría de Pirlo el organizador del Milán para cambiarlo todo. Pero eso será mañana.