Alves culpa al Madrid del arbitraje de ayer ante el PSG

Redacción: Latribunamadridista.com.

El «teatrero» Alves ha vuelto a buscar su cuota de protagonismo, esa que por desgracia, nunca obtiene en el campo debido a sus carencias técnicas y a su pésima manera de defender ( el 2-2 fue culpa suya al  tocar el balón y despistar a Valdés) como se demostró en el día de ayer, y ha culpado al Real Madrid de la mala actuación del germano Stark, ciertamente, uno de los peores árbitros del mundo, todo hay que decirlo, señalando que la presión indirecta ejercida, a su juicio, por el Real Madrid y por José Mourinho, provocaron que el teutón no se atreviese a pitar fuera de juego en el gol de Ibra (1-1), en ese instante.

«Cuando al árbitro se le presiona muchísimo, se le condiciona. Las protestas, al final, influyen en el arbitraje. Se empieza a pensar que si pita o no pita algo va a estar mal visto por los entrenadores. Pienso que ayer me hicieron una falta como una casa, como ya ocurrió en el Bernabéu, pero como fue Dani Alves el teatrero no es nada. Si me llega a romper la pierna en aquella ocasión, al final pasa algo. Como no me la rompió, soy un teatrero. Al final la Champions está en la galería del Barça y una réplica en mi casa y eso me queda, a no ser que me la roben». 

Alves justificó sus quejas alegando que no son llorones pero tampoco retrasados. Sin duda, grandes argumentos para justificar la pésima actuación de Stark, algo en lo que coincidimos con el brasileño ya que además, de no señalar el fuera de juego a Ibra en el gol, no se atrevió tampoco a no pitar, el «piscinazo teatral» del chileno Alexis, otro experto como Alves en estas lindes y que significó en ese momento, el (1-2) anotado de un injusto e inexistente penalti por Xavi.

«Nosotros no podemos quejarnos, pero la gente que está afuera, a la que que si se le sanciona no pasa nada, es la que tiene que salir a protestar y a pedir explicaciones. Es imposible que un fuera de juego de dos metros no se vea, pero nosotros no podemos salir a protestar. Luego dirán que somos llorones, que nos quejamos. No somos retrasados»