Redacción:Noelia Pinto Cervero-LaTribunaMadridista
A pesar de que el ambiente en el vestuario blanco no invita a las celebraciones, Gareth Bale está de cumpleaños madridista. El 2 de septiembre de 2013 el futbolista galés cumplía su sueño y era presentado en el Santiago Bernabéu ante 30.000 aficionados que acudieron a recibirle en su primer día como jugador del Real Madrid.
Un año después, las luces superan con mucho a las sombras. Bale fue el héroe madridista de la temporada pasada y sus goles ante el Barça en Mestalla y contra el Atlético en Lisboa ya forman parte de la memoria colectiva de la afición.
De la emoción del fichaje a la pena de las lesiones
La llegada del galés a las filas madridistas llenó de ilusión a una afición que venía de sufrir un año sin títulos y que reclamaba volver a lo más alto. Su debut, aunque tardío, fue esperanzador, ya que anotó en El Madrigal en su primer encuentro con la camiseta del Madrid, el 14 de septiembre.
Pero a partir de entonces se torció su camino. Las lesiones le empezaron a molestar y se pasó un tiempo alejado del césped. Cuando parecía que se recuperaba, volvía a caer. Fueron días frustrantes para el galés, que no tuvo continuidad en el equipo hasta el mes de noviembre.
El 7-3 al Sevilla, el día de la BBC
Tras un par de meses de bajón, Bale por fin tuvo su gran noche en el Bernabéu. El Madrid goleó al Sevilla 7-3 el día que nació la asociación entre Cristiano, Benzema y el propio Gareth. El galés marcó dos goles y empezó a escribir su leyenda como futbolista del Real Madrid. Cogió carrerilla goleadora y embaucó a una afición que acabaría entregada a él.
Sus goles en Gelsenkirchen o la cabalgada contra el Rayo en el Bernabéu le pusieron en órbita, más aún cuando Cristiano empezó a acusar el dolor de su rodilla izquierda y se vio obligado a coger los remos del Real Madrid, como en la final de Copa del Rey…
Mestalla y Da Luz, los escenarios de su ascensión
La temporada de Bale se resume en dos acciones, dos destellos, dos golpes de varita mágica en el momento preciso. El primero, en el minuto 84 de la final de Copa del Rey, con empate a uno en el marcador. El galés cogió un balón en campo propio, desafió a Bartra a una carrera en la que llegó a pisar el área técnica del Barcelona y acabó marcando por debajo de las piernas de Pinto el gol del título.
El segundo, el tanto más grande de su carrera y uno de los más importantes de la historia del Madrid, el 2-1 de Lisboa, en la prórroga. Su cabezazo a la escuadra le consagró como héroe, un estatus que quiere revalidar.