Opinión: Luis Miguel Plá.
No era un día para las florituras ni para los experimentos con gaseosa, el Madrid necesitaba vencer hoy al Getafe y eso es justo lo que hicieron los de Benítez, tres puntos más y a esperar que el vendaval mediático siga avanzando hacia la costa.
El Bernabéu vivió hoy una de esas tardes engañosas de invierno. El imponente sol de diciembre invitaba a dejar el abrigo en casa y a acercarse al estadio en mangas de camisa, pero el brillo del astro era engañoso, un sol que no calienta, tan engañoso como la calma tensa que se vivió en las gradas y que regaló a Benítez una sonora pitada cuando su nombre fue escuchado en la megafonía.
Pero ante las ganas de música de viento y las campañas de persecución sin fundamento, el mejor antídoto es el fútbol, los goles y los resultados, y para lograr eso si que se vio al equipo de Benítez saltar con un brío renovado que se vio favorecido por la tibieza de la zaga azulona, que veía como la delantera madridista les pasaba por encima a una velocidad inalcanzable para los del sur de Madrid.
Antes de que se percataran de las dimensiones del templo blanco, el equipo de Escribá ya perdía ‘2-0’ gracias a dos latigazos de un Benzema que necesitaba vestirse de corto tanto como respirar, y cuando parecía que empezaban a hilvanar algún que otro pase en el centro del campo, una buena asistencia de Ronaldo permitía a Bale poner el candado al partido marcando el tercero.
Pero el Madrid tenía ganas de más, tenía ganas de darse un atracón, de olvidar por un momento la estricta pizarra y lanzarse a la locura del correcalles que tantas alegrías nos ha dado en los últimos años. Y cuando hablamos de ataque sin control, de buscar la portería rival con un ansia propia de un depredador que sale de caza en una tórrida noche africana, a todos nos viene a la cabeza ese hombre que sale a más de un gol de partido con la camiseta blanca, ese portugués que ya es el más grade de los grandes en número de goles, ese crack que ha ganado tres Balones de Oro y que con el gol de hoy, alcanza el podio de goleadores de la Liga Española, porque un Madrid lanzado no podía marcharse al vestuario sin que marcara Ronaldo, y por eso, cuando el luso marcó el cuarto en el minuto 37, la grada olvidó a De Gea, olvidó al Cádiz, olvidó incluso el partido contra el Barcelona, y volvió a corear y a disfrutar con un equipo que nos dio todo y que aún está a tiempo de hacernos sonreír en el lejano mes de mayo.
¿Y la segunda parte? no hace falta hablar de ella, todo lo bueno y lo que necesitábamos ocurrió en los primeros 45 minutos que fueron más que suficientes para, al menos, hacernos sonreír esta tarde de diciembre. Ya habrá días de exigir un poquito más a los de Benítez, hoy tocaba ganar, tocaba hacer goles y la BBC se encargó de que la sobremesa madrileña fuera tan agradable como ese sol que no calienta.