Redacción: Jorge Gómez-Manzanilla-Abel Alaminos-Pedro Cánovas/LaNocheDelDeporteEspañolTV-deporteolimpico.net-blogolimpico.com/ Imágenes: www.orosenolimpiadas.blogspot.com
A pesar de haber tenido grandes campeones como el pionero de la Gimnasia, Joaquín Blume que hoy da nombre a la residencia de deportistas becados en Madrid o el gran Jesús Carballo con un ejercicio sobre barra fija que además lleva su nombre, la desgracia siempre había perseguido a nuestro país en la Gimnasía Artística y al terrible accidente de tráfico de Blume que acabó con su vida y con esa medalla que a buen seguro le esperaba en Roma 1960 se sumó décadas más tarde aquella caída de Carballo cuando precisamente hacía su ejercicio en aquellos Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 que llevaba claramente el nombre de Jesús en el metal dorado.
Sin embargo, en los olimpiadas cuando menos lo esperamos llegan las sorpresas y bien los éxitos o los fracasos y en Sídney 2000 y a pesar de las once medallas de la delegación española que tildaron de rotundo fracaso la participación del equipo español, la peor es cierto tras Barcelona 1992, España iba a sumar tres Oros y a los conseguidos por Isabel Fernández en Judo y Joan Llaneras en Ciclismo en Pista se iba a sumar el de una joven promesa de la gimnasia, un español de familia argentina pero afincada en Barcelona que con 20 años llegaba a la cita de Sídney con grandes opciones de lograr medalla en Suelo aunque no en Salto.
Hablamos de Gervasio Deferr que siempre en suelo había sido campeón de Europa Júnior en 1998, subcampeón del mundo ya en categoría absoluta en el mundial de 1999 y nuevamente Plata en el europeo de 2000, meses antes de Sídney 2000.
Sin duda, iba a estar en la pomada por los metales pero en suelo, donde más relajado estaba falló y un mal salto donde tuvo que rectificar en al aire al ver que se pasaba del tatami y que le obligó a reducir dos piruetas le impidió tener una buena puntuación y estar en la final.
Sin embargo, le quedaba el salto y el ánimo de su entrenador, Alfredo Hueto que lo conocía a la perfección. “Siempre cae de pie”, acertó a decir el bueno de Hueto antes de la final de Salto donde sí estaría Gervi y no se equivocó.
Dos saltos, dos notas y de la media resultante saldría la nota final. La primera perfecta, 10 y la segunda cuasi perfecta, 9,80, dos clavados, dos aterrizajes perfectos que también repetiría cuatro años más tarde en Atenas 2004 y que le valieron dos Oros Olímpicos, el primero en Sídney 2000, con sólo 20 años y que celebró sentado y tras contemplar como el norteamericano Wilson forzaba y caía sentado. El primero de los dos Oros de un saltador de Oro aunque eso sí, siendo un gimnasta de suelo, su disciplina preferida.