Redacción: Jorge Gómez-Manzanilla-Abel Alaminos-Pedro Cánovas/ LaNocheDelDeporteEspañolTV-deporteolímpico.net-blogolímpico.com / Imágenes: LaLigaSports.com
Tres años después del final de la cruenta 2ª Guerra Mundial, en 1945, el mundo y en especial, los ciudadanos europeos intentaron seguir con sus vidas anteriores a esos terribles años desde 1939. En el caso de España, además, la situación fue aún peor viviendo una Guerra Civil (1936-1939), tres años de muerte y miseria, de una España enfrentada entre sí.
La lógica postguerra y las cartillas de racionamiento hicieron su aparición y sólo los filetes mandados en barco por Argentina paliaron esas ganas de comer.
De hecho, tras cuatro horas de ceremonia inaugural, la botella de agua, el bocadillo de queso y los dos tomates molestaron y mucho a los deportistas, no tanto a los españoles, tal y como señala Fernando Carreño, en su libro Héroes Olímpicos Españoles, acostumbrados a las mencionadas cartillas de racionamiento.
Como venía sucediendo, España cada dos olimpiadas lograba metal y en esta ocasión, no fuimos una excepción.
En Londres 1948, la última olimpiada donde la Hípica deja de ser patrimonio exclusivo de militares, España vuelve a subirse al cajón de las preseas, en esta ocasión, con una plata que en el caso del gran Navarro Morenés, Conde la Caja Loja y ya con cincuenta años, convertido en el deportista español más laureado en unos Juegos Olímpicos con un Oro conseguido en Amsterdam 1928 y ahora, veinte años después, una Plata en Londres 1948.
En el Gran Premio de las Naciones, España no comienza del todo bien su participación con seis derribos y 24 puntos de penalización de Marcelino Gavilán y Ponce de León a lomos de Forajido, terminando, eso sí, el recorrido algo que curiosamente, brasileños, estadounidenses o los anfitriones, británicos, no logran conseguir.
En la segunda vuelta, España reserva a su gran as en la manga, hablamos de Navarro Morenés, por entonces cincuentón pero lógicamente experimentado. A lomos de Quorum, el Conde de la Casa Loja sólo comete cuatro derribos y tras él, otro experimentado comandante, Jaime García Cruz que con Bizarro sólo comete tres derribos dejando patente que España había estudiado el recorrido.
Líderes, sólo Méjico y gracias a otro gran jinete, como era el teniente coronal Humberto Mariles, logra superar a la madre patria y alzarse con el Oro, un Humberto Mariles que desgraciadamente concluyó sus días de vida suicidándose 24 años después en una celda francesa donde cumplía condena por narcotráfico.