TONI KROOS RECUPERA EL VALOR DEL «8»

Redacción:Noelia Pinto Cervero-LaTribunaMadridista

El primero que lo llevó nació en La Habana; el que lo lleva ahora en Greifswald unos meses antes de la Reunificación Alemana. No se trata de una historia de la Guerra Fría, es el camino del dorsal número 8 del Real Madrid, un número que ha sido portado por leyendas blancas y que ha recuperado ahora gracias a Toni Kroos el abolengo perdido en las últimas temporadas.

El campeón del mundo con Alemania— con su país luce el 18 pues el 8 es de Özil— el pasado julio se ha convertido en pieza esencial de un Madrid que se mueve al ritmo que marca su número ‘8’, un jugador que ante el Rayo Vallecano desplegó un catálogo repleto de recursos de lo que es un centrocampista moderno.

El madridismo mira ahora la camiseta con el 8 y reconoce en el alemán al heredero de leyendas del Madrid que llevaron ese dorsal. Y también entierran pesadillas de las últimas temporadas cuando vieron con el número que jugaron Amancio, Del Sol, Míchel, Mijatovic o Schuster a un decadente Kaká, a Gago, Baptista, Emerson…

Jesús Alonso, el primero
El 23 de noviembre de 1947 quedó en la historia de la Liga como el día en el que por primera vez un equipo jugó con dorsales en su camiseta. Fue el Real Madrid, que estrenó esa novedad en el Metropolitano en un derbi en el que los blancos fueron arrasados (5-0). El primer futbolista en la historia blanca que lució el 8 fue Jesús Alonso. Nacido en La Habana y de padres asturianos, llegó al Madrid en 1935 y su carrera deportiva se vio frenada por la Guerra Civil. Suyo fue el primer tanto oficial que se marcó en el Nuevo Chamartín. Sucedió cuando abrió el marcador el 28 de diciembre de 1947 en un Madrid-Athletic (5-1). Suyo fue también el 2-0.

Mijatovic y la Séptima
La camiseta con el número 8 de Pedja Mijatovic cambió la historia del equipo blanco. El 20 de mayo de 1998, después de 32 años separado del trofeo que es su razón de ser, el Real Madrid volvió a proclamarse campeón de Europa. El único gol de aquella final con la Juventus lo hizo su número 8, Mijatovic. Dos años después, en la Octava, el 2-0 lo hizo McManaman, que fue quien heredó el dorsal del jugador montenegrino.

Míchel se lo dejó a Schuster
La Quinta del Buitre marcó una etapa en el Madrid. Butragueño era el 7, Sanchís lucía el 5, el 11 se lo quedó Martín Vázquez, el 8 era para Míchel… Sin embargo, en el verano de 1988, Ramón Mendoza dio uno de los golpes de efecto de su mandato con el fichaje de Bernd Schuster, que dejaba el Barcelona para vestirse de blanco. El alemán había vivido su carrera pegada al 8 y el canterano blanco se lo cedió para su primera temporada. El germano jugó con el número de toda su vida y Míchel fue cambiando entre el 4 y el 10. En la siguiente campaña, la 89-90, Míchel recuperó su dorsal y Schuster apareció casi siempre con el 11 al pasar el ‘10’ a Martín Vázquez.

Amancio, el 7 que hubiera preferido ser el 8
La historia del Real Madrid tiene entre sus grandes 7 a Amancio Amaro. Con él arrancó la historia de un dorsal que hoy sagrado para el madridismo gracias a Juanito, Raúl y Cristiano Ronaldo. Sin embargo, el gallego hubiera preferido jugar con aquel 8 de interior diestro con el que llamó la atención de todos cuando comenzó a destacar con el Deportivo.

Sin embargo, fue con el número que más le gustaba con el que se proclamó campeón de Europa en 1966 con aquel Madrid al que llamaban ye-ye. En la final de Bruselas contra el Partizan, el 7 fue para Serena. Amancio hizo el 1-1 a falta de 20 minutos y el 2-1 final a seis después.

Breitner toma los mandos
A mediados de los 70, el fútbol alemán lo dominaba todo en Europa y en el mundo. Santiago Bernabéu no lo dudó y fichó a dos de las referencias germanas. Del Borussia Mönchengladbach llegó en 1973 a Madrd Günter Netzer, genio absoluto. Una temporada después, Paul Breitner dejó el Bayern, con el que había ganado la Copa de Europa, para vestirse de blanco.

Lo hizo luciendo el dorsal 8 y abriendo un camino que despué siguió Bernd Schuster y que ahora ha continuado otro campeón del mundo como Breitner, Kroos.

Marsal, el primer 8 campeón de Europa
La primera de las 10 Copas de Europa que ganó el RealMadrid llegó el 13 de junio de 1956, en París. Ese día el 8 lo llevaba un jugador formado en la cantera blanca (Plus Ultra), Ramón Marsal. Los que le vieron jugar dicen que pocos tenían su elegancia y calidad. Si su nombre no es más conocido es porque en un partido contra el Celta, el 20 de abril de 1958, pisó mal un balón y se destrozó la rodilla. Fue operado, pero el clavo que se le colocó se desprendió provocándole daños de todo tipo que hicieron imposible que, a pesar de su pelea, pudiera volver a jugar al fútbol al máximo nivel.

Del Sol se ‘comió’ a Didí
Didí era el 8 de Brasil, el socio de Garrincha. Llegó al Madrid en agosto de 1959, pero nunca asimiló que aquel era el equipo de Di Stéfano. Él venía de ser estrella en Brasil, el delantero que hacía los goles y se llevaba las portadas. De repente se vio teniendo que correr para otro y eso no iba con su carácter ni con su forma de jugar. Bernabéu, después de solo 19 partidos, se hartó, despidió al brasileño y fichó a otro 8, Luis del Sol, con el que el Madrid ganó la Copa de Europa en la histórica final en Glasgow en la que derrotó al Eintracht por 7-3.

El fracaso de Kaká
Lo sucedido a finales de los años 50 con Didí se repitió medio siglo después con otro brasileño, Kaká. En el verano de 2009, el Real Madrid presentó en un Bernabéu cargado de ilusión a Kaká. El número que el brasileño iba a lucir en el Madrid, al que llegaba después de haber sido Balón de Oro en el Milan, fue un secreto hasta segundos antes de que apareciera ante los 50.000 espectadores en lo que fue la primera presentación de la nueva era de Florentino Pérez.

El final de Kaká en el Madrid tardó mucho más en llegar que el de Didí, pero la huella que dejaron los dos en el equipo blanco no son muy diferentes. Si el Bernabéu apenas supo de aquel futbolista que compartía época con gigantes como Garrincha o Pelé, tampoco tuvo noticias del futbolista que enamoró a Europa vestido de rossonero. Ahora, Kroos hace que el 8 del Madrid vuelva a ser una camiseta a la que no quitar ojo.

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