Bale se reivindica

Redacción:Noelia Pinto Cervero-LaTribunaMadridista

Explicaba Norman Mailer en El Combate, sobre la épica pelea entre Ali y Foreman en Zaire, que en los campos de entrenamiento de boxeo previos a los grandes duelos el objetivo era manufacturar un producto: el ego del púgil. Y así, con el Levante en el papel de flojo sparring, Gareth Bale se permitió henchir el pecho y llegar al Camp Nou con las plumas desplegadas y no a media asta, como hacían presuponer los eventos recientes.
Los dos goles le llegaron llovidos del cielo. Del pie de Cristiano. El primero lo empujó con la derecha después de una buena jugada de Benzema que Cristiano no metió en la red de media chilena por poco. Apareció un caramelo dentro del área y Bale no lo desaprovechó. De frente, en la frontal del área pequeña, sin oposición y con el portero movido, como en el futbolín. Después de nueve partidos seco, aquella gota de agua le debió de parecer a Bale un manantial, porque recobró fuerzas, se lanzó corriendo al córner con las manos en las orejas, cargadas de silbidos de su propia afición ante el Schalke, y pateó el banderín con rabia.

Una vez rota la racha, el segundo cayó casi sin querer. Un chut de Cristiano rebotó en su pie y se coló en la portería de Mariño. Dos manos derechas se alzaron pidiendo la paternidad del gol. La de Cristiano, que corría a celebrarlo, y la de Bale, que no repitió tan enérgica celebración. La megafonía no dejó lugar a las dudas, el gol era del galés, ante el enfado de una parte de la afición que lo creía hijo de Ronaldo, necesitado en su lucha con Messi.
Con ‘furia’
El partido de Bale, además de los goles, dejó una nueva faceta suya, la de enfadado. Incluso hizo un par de faltas en la primera mitad. Sin necesidad de bajar a defender, puesto que el Levante no lo exigía, hizo varios amagos de vivir en el área para buscar un hat-trick que finalmente no llegó. Quería el balón, quería mantener la posición y quería lucir zancada, con campo abierto y un rival que solo se parece al del próximo domingo en el gusto cromático.
Sin escuchar pitos ni taparse las orejas más, Bale se marchó satisfecho del Bernabéu. Dejó la sequía atrás, hizo dos goles, el público le animó y él se reivindicó, aunque fuese ante un rival que apenas inquietó a Keylor.

 

 

About admin