54ª MEDALLA (Atlanta 1996). ORO en Waterpolo Masculino. LA MEDALLA DE LA FELICIDAD (Parte II)

Redacción: Jorge Gómez-Manzanilla-Abel Alaminos-Pedro Cánovas/ LaNocheDelDeporteEspañolTV-deporteolímpico.net-blogolímpico.com/ Imágenes: Waterpolo Madrid

Aquel domingo de Agosto que poníamos fin de los mejores Juegos Olímpicos de la historia de España, los de Barcelona 92, el balance fue más que positivo, con una España que lograba 22 medallas, 13 de ellas de Oro y finalizaba en la sexta posición del medallero.

Sin embargo y por poner un pero hubo dos deportes donde se tildó de fracaso la actuación nacional. La primera, el baloncesto, un equipo que había sido Plata en Los Ángeles 1984 y que esperaba en Barcelona 92 subir al cajón de los metales algo que desgraciadamente no ocurrió con una España eliminada antes de la pelea por las preseas y que además sufrió el famoso Angolazo, perder de 20 ante la débil Ángola.

Sin duda, el baloncesto que en los ochenta llegó a superar incluso al fútbol entraba en su etapa más oscura y tendríamos que esperar más de una década para volver a ser grandes y ganar aquel mundial de Japón 2006 con la reencarnación del mítico Fernando Martín, Pau Gasol y unos Juniors de Oro que ganaron el Mundial 1999 con Navarro, Felipe Reyes o Cabezas al que le siguieron Garbajosa, Carlos Jiménez, Chacho Rodríguez, Marc Gasol o Rudy Fernández, la mejor generación que ha dado el baloncesto español y que en posteriores olimpiadas pelearía codo con codo con la NBA estadounidense y sumaría hasta tres medallas olímpicas consecutivas.

La otra gran decepción, al menos así lo entendieron ellos, vino con la Plata olímpica del equipo masculino de Waterpolo, en aquella final de las tres prórrogas y el balón al poste de Miki Oca que nos privaba de ganar el Oro en casa, en las piscinas Picornell y ante Italia.

Lágrimas en el podio y conjura en el vestuario para ganar el Oro en Atlanta 96, cuatro años después, no valía otro resultado y por supuesto, con el mismo bloque que fue Plata, la Plata más amarga en Barcelona 92.

Por ello, hemos querido tildar esta medalla como la medalla de la felicidad, una segunda parte de aquella medalla de Barcelona, cuatro años después y lógicamente, con un técnico distinto, así lo pedían en el grupo de Estiarte, Miki Oca, Jesús Rollán y compañía, Joan Llané y no el negativo y antipositivo Matutinovic que además, agredió a un colegiado en el campeonato de Europa de 1993 y fue sancionado por 12 años y lógicamente, destituido por la Federación.

Quemado un año del ciclo olímpico pero con las mismas ganas que tras la conjura de aquel domingo 9 de Agosto de 1992, el bloque capitaneado por Estiarte lograría sumar un Bronce en aquel europeo del 93 y una Plata en el Mundial de Roma 1994.

Sin embargo, hubo un pequeño contratiempo en 1995, unas pequeñas dudas tras caer en Cuartos de Final ante Alemania en el europeo del 95 y no lograr metal tampoco en la Copa del Mundo de aquel mal año 1995.

A pesar de todo, los Estiarte, Ballart, Pedrerol, Oca, Rollán y Gómez tenían el Oro Olímpico en la cabeza y así lo demostraron desde el inicio del campeonato.

Victorias ante Alemania (9-3), Holanda (8-7), hubo momentos de relajación eso sí, derrota ante Yugoslavia por (7-9) pero un triunfo posterior ante Hungría por (8-7), subcampeona de Europa y de la Copa del Mundo en aquel mal 95, palió ese pequeño resbalón y dejaba a España a un triunfo, ante Rusia, de evitar un cruce fatídico en Cuartos de Final ante Italia, su verdugo en Barcelona 92.

España cumplió y ganó por (8-6) y en Cuartos se deshizo de los anfitriones estadounidenses (7-6) y se metía en semifinales.

Dos partidos y se cumpliría la conjura del vestuario de la Picornell, el primer asalto ante Hungría, partidazo más que sufrido y triunfo por (7-6). En la final, no estaba Italia que había caído en semis ante Croacia pero sí, ese equipazo croata que era el último escalón hacía la presea dorada.

Y quizás por los nervios, quizás por los fantasmas de la final ante Italia, tocó remontar un resultado adverso al descanso (1-3). Y España, esta vez sí, lo hizo y con tres goles, dos en superioridades, obra de Estiarte, Oca y Sanz, España comando la final (4-3) y ya jamás fue por detrás en el marcador hasta el (7-5) final.

¡¡Locura total!!, coreando en el podio con el famoso, lo,lo,lo,lo,lo,lo,lo, el himno nacional y recibiendo cuatro años después (hubiera deseado hacerlo en Barcelona 92), del presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, la medalla de Oro Olímpica, la medalla de la Felicidad (Parte II), la de la conjura por aquella Plata amarga de la Picornell.

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